Nueva Zelanda. En Nueva Zelanda, el debate digital ha dado un giro drástico. El gobierno busca prohibir que menores de 16 años accedan a redes sociales. La medida, pensada como un escudo ante la creciente crisis de salud mental entre jóvenes, pondría a las tecnológicas bajo una lupa más estricta.
Para muchos padres, la iniciativa representa una esperanza. Las cifras son preocupantes: el Ministerio de Salud reporta que la angustia psicológica severa en adolescentes de entre 15 y 19 años aumentó un 40 por ciento en la última década. Además, casi uno de cada tres menores ha experimentado acoso en línea, según NetSafe.
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Pero no se trata solo de estadísticas. Un estudio publicado en el Journal of the American Medical Association advierte que el uso excesivo de redes antes de los 16 puede estar vinculado con un mayor riesgo de ansiedad y depresión. En respuesta, el gobierno ha planteado sanciones de hasta 2 millones de dólares neozelandeses para las plataformas que no verifiquen la edad de sus usuarios.
La propuesta, impulsada por el Partido Nacional y respaldada por el primer ministro Christopher Luxon, sigue el ejemplo de la ley australiana de noviembre pasado, una de las más estrictas del mundo en este campo. Luxon insiste: las empresas deben asumir su responsabilidad.
Las tecnológicas, por su parte, no han tardado en manifestar su desacuerdo. Alegan que la regulación es técnicamente compleja y que podría afectar la privacidad de los usuarios.