“Voy a hacer este video para contar cómo perdí 75 millones de dólares y más que unos cuantos amigos. Quiero contar cómo es la experiencia de fracasar”.
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Las palabras son de Justin Kan, creador de Justin.TV, una plataforma para transmitir videos en vivo que salió en 2007 y que fue el embrión de Twitch, compañía que terminó vendiendo en mil millones de dólares a Jeff Bezos, dueño de Amazon y el hombre más rico del mundo.
Kan, empresario de internet estadounidense, “entrepreneur” como se dice, publicó un video en el que pidió disculpas públicas por un proyecto frustrado: Atrium. Posteriormente contó su historia en un hilo de la red social Twitter.
“Durante mi tiempo como socio de @ycombinator mi ambición de construir algo grande no hizo más que crecer. Me atreví a dar el paso y decidí seguir la ‘vieja’ sabiduría de solucionar mi propio problema y construir una startup en torno a la solución”, comentó.
“Odiaba hacer el trabajo legal para mis startups y nunca entendía realmente por qué estaba pagando. Toda la experiencia era demasiado complicada y opaca. Creé Atrium para facilitar esta tarea a los fundadores”, contó en Twitter.
Así, Kan formó un equipo de 5 miembros fundadores con trayectorias diversas, para garantizar que el problema pudiese ser atacado desde todos los frentes posibles.
“Con mi nombre a la cabeza, todo el mundo corría hacia nosotros con ofertas de financiación. Conseguimos una ‘serie A’ de 10 millones de dólares con una idea: una presentación de 10 diapositivas.
Atrium se creó así como una empresa de servicios legales, que utilizaría un “truco” regulatorio específico que Justin inventó para innovar y agilizar la forma en que se brindan los servicios legales.
“En respuesta a la naturaleza costosa, confusa y opaca de los procesos existentes, Atrium desarrolló un software para que las nuevas empresas naveguen por la recaudación de fondos, la contratación, los acuerdos de adquisición y la colaboración con su equipo legal”, explicó Kan en un newsletter que publica regularmente.
Aprovechando el rápido impulso inicial, Justin y su equipo comenzaron a contratar rápidamente, priorizando la captación de clientes antes de descubrir su producto.
“Estos fueron los dos primeros catalizadores de la eventual caída de Atrium. Como startup tecnológica, el producto es primordial. Justin y su equipo no se concentraron lo suficiente en diferenciar su producto como una solución lo suficientemente eficaz y eficiente para el problema actual”, cuenta The Quest Digest, el newsletter.
“Contratar demasiado rápido fue particularmente problemático porque no permitió el tiempo suficiente para establecer una cultura cohesiva. No estaba claro a quién servía Atrium; los abogados o los clientes que compraban sus servicios legales. Sin hacer la distinción, cayeron en el abismo de intentar servir a todos”, recuerda.
Lo curioso es que el equipo seguía creciendo. A pesar de estos problemas, el equipo de Atrium siguió adelante, creciendo en tamaño y recaudando $ 65 millones adicionales liderados por Andreessen y otros inversores.
Aunque “lenta pero seguramente, los problemas se agravaron y se agravaron. Sin objetivos claramente definidos entre los cofundadores, surgieron enormes fricciones. Uno por uno, los cofundadores se fueron hasta que Justin fue el último hombre en pie. Hay algunas cosas que no se arreglan con más capital”, explicó el empresario.
Cuando perdió a sus cofundadores, amigos y clientes, se dio cuenta de que la empresa se estaba convirtiendo en un colador. El propio Justin apenas estaba interesado en el servicio legal y la tecnología legal, y la compañía no pudo identificar para quién estaban construyendo.
“Después de haber pasado más de seis meses probando todo bajo el sol para agitar el crecimiento, la visión se estaba volviendo cada vez menos clara”, sentencia el empresario.
Con información de El Clarín