Culiacán, Sin.- Rostros preocupados deambulan afuera del pabellón COVID-19 del Hospital General Regional No. 01 del IMSS en Culiacán.
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“Cada día son más”, dicen los susurros que esperan el informe de sus familiares internados. Los sollozos se callan cuando se asoma una ambulancia y baja un paciente. Es la tercera unidad en los últimos 20 minutos.
En la camilla va un joven de no más de 40 años de edad, y todos hacen como que no quieren ver; los paramédicos, apresurados y erráticos, hacen todo lo humanamente posible para entregar rápido el paciente e irse, porque la jornada es larga.
La tensión sube cuando las carrozas fúnebres arremolinadas a las afueras del hospital entran a recoger a los muertos, pues seguramente alguien allí, perdió a su familiar. Pero nadie quiere decir nada, como si la negación fuera el último reducto de la esperanza.
Imposible describir el dolor que desprende ver bajar una camilla con un cadáver tapado con una manta, escoltado por un par de paramédicos fundidos de cansancio. Nadie sabe quién es el fallecido, pero al final del día puede ser cualquiera.
El hermetismo oficial evita que las miradas se asomen al interior de las áreas COVID en los hospitales. Pero a las afueras, la tragedia es palpable. En apenas 20 minutos, este medio constató que las carrozas desfilan por este lugar y también las ambulancias con nuevos pacientes.
Es el panorama en una entidad que nuevamente está en el semáforo rojo epidemiológico del COVID-19: Sinaloa.
