Roma, Italia. En tiempos de confusión, polarización y heridas sociales abiertas, la Iglesia católica ha dado un paso significativo al elegir como nuevo papa al cardenal Robert Prevost, un pastor de origen estadounidense con una profunda raíz latinoamericana. La elección ha sido interpretada por muchos como un gesto deliberado hacia una Iglesia más cercana, más humana y más conectada con los dolores reales de la gente.
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Desde el Colegio Mexicano en Roma, el sacerdote sinaloense Alfredo Portillo, quien cursa estudios de Filosofía en la Universidad Gregoriana, ofrece una mirada esperanzadora, pero también crítica y comprometida, sobre lo que este nuevo liderazgo puede representar.
“Estamos ante un pontificado que inicia con un mensaje contundente: la paz esté con todos ustedes. Esa frase no es solo un saludo litúrgico, es una declaración de intenciones en un mundo profundamente fragmentado”, asegura.
Alfredo Portillo reconoció que la elección de Prevost sorprendió a muchos, para él la elección es obra del Espíritu Santo y refleja una necesidad urgente: que la Iglesia se sintonice con las realidades concretas del pueblo.
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“La paz y la unidad no son conceptos abstractos, sino demandas urgentes. El papa lo dejó claro desde su primer mensaje: debemos construir puentes, dialogar, encontrarnos como hermanos”, subrayó.
La experiencia de Robert Prevost en Perú, donde sirvió pastoralmente por más de 18 años, es vista por el sacerdote sinaloense en Roma como una cualidad esencial.
“Esa cercanía con los pobres, con las comunidades marginadas, con las familias en crisis, con las juventudes desencantadas, le da una autoridad moral y una sensibilidad pastoral que el mundo necesita”, comenta.
En esta nueva etapa la Iglesia se enfrenta a retos monumentales: la pérdida de credibilidad en algunos sectores, el alejamiento de los jóvenes, la necesidad de una cultura de paz en regiones azotadas por la violencia como Sinaloa.
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“Para quienes venimos de contextos marcados por la inseguridad y la fragmentación social, el mensaje de paz y unidad no es un ideal romántico, es una urgencia vital”, afirmó Portillo.
Pero no basta con nombramientos. El sacerdote sinaloense señaló que esta nueva etapa también interpela directamente a los creyentes.
El pontificado de Robert Prevost comenzó con un horizonte marcado por la empatía y el compromiso pastoral. Desde Roma, voces como la del sacerdote Alfredo Portillo, anuncian que en medio de las tinieblas del mundo actual, la Iglesia puede y debe ser un faro de esperanza y reconciliación.