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Culiacán, Sin.- “Escribo siempre, de lo que me importa, lo que me duele. Para mí, escribir es como respirar, no se cómo se puede vivir sin escribir; es una manera de sobrevivir, es algo que he hecho toda mi vida y así quiero envejecer”, expresó Ana Paula Ojeda Coronel, ganadora del Premio Nacional de Poesía Rogelio Treviño, que dio pie a la publicación de su primer libro “Admito que estoy triste”.
“Admito que estoy triste” es el primer libro de 22 poemas, ganador del premio de poesía, que será presentado este miércoles en la Casa de Cultura de la UAS, a las 18:00 horas.
Menciona la joven poeta, que en su Instagram compartió en el 2020, durante la pandemia, muchos de sus poemas, porque fue en el aislamiento donde todos estaban muy solos y ella necesitaba escribirlos y otros leerlos porque hablan de sentimientos, de la tristeza, la soledad, emociones que si se admiten en público harían ver a la persona que no es feliz ni exitosa, pero en realidad son emociones humanas y no se trata de poemas pesimistas.
“Escribo como una manera de supervivencia, escribo sobre aquello que me importa, que me duele, aquello que no puedo contener, y si no lo escribo, no se qué va a pasar conmigo. Hablo de una flor para hablar del dolor, también de la infancia, de la inocencia o del miedo porque el ser humano es como un rompecabezas y todas son esas partecitas que tenemos que reconocerlas como nuestras”, dijo.
Añade que el arte es la manera mas genuina de conectarse con los demás, compartir y leer es la manera mas sincera de exorcizar o liberar a los fantasmas de cada persona.
Aún cuando ha escrito cuentos, y a los 16 años, formó parte de la antología “Mis cuentos infantiles” que publicó la UAdeO en 2017, además de escribir ensayos y haber ganado tres concursos de comprensión lectora, dos premios en ensayo histórico en la UAS, primer lugar en ensayo “Mujeres ejemplares”, primer lugar nacional en equipo con el proyecto de dispositivo para personas con discapacidad visual, además de otros concursos académicos.
La poesía no es algo intencional:
“viene a mi y me exige que la escriba, no tiene horario, la poesía viene cuando algo de verdad me importa, cuando algo no lo puedo contener, entonces escribo cuando necesito hacerlo y eso puede pasar en cualquier momento del día o de la noche. Lleno libretas y mas libretas de poemas”, dice.
La joven estudiantes del último semestre de la carrera de Educación en la UAS, estudia también en línea la Licenciatura en Comunicación con énfasis en Periodismo en la UNAM y realiza el servicio social en la Preparatoria Flores Magón, asesorando a 12 estudiantes con necesidades educativas especiales; señala que su poemario no es una autobiografía, simplemente “admito que estoy triste”, es porque es humana y puede admitir que está triste y estar bien, pero no por eso las cosas le tienen que suceder a ella.
La joven escritora de 21 años ganó el Premio Nacional de Poesía Rogelio Treviño 2019, que aún no le entregan porque los concursos se retrasaron por la pandemia, pero comenta que se encontraba en un evento académico cuando le habló el editor de “Tintas nuevas editoriales” para decirle que querían publicar el libro; fue un momento donde dudó si era real o seguía soñando.
Expresa que la publicación representa el sueño que tuvo desde niña porque siempre quiso publicar pero no se atrevía a decirlo en voz alta porque pensó que era un sueño difícil de lograr, sin embargo, tener el libro en sus manos le da el privilegio de ser escritora, una poeta, que para ella representa el desencadenante de muchos mas sueños porque escribe desde niña.
“Este es mi sueño cumplido, pero soy una persona que se la vive soñando. No escribo porque desee ganar un premio. Yo apliqué porque el premio era una publicación que es lo que quería, mi sueño era ver mis versos publicados”, expresó.
Ana Paula, quien agrega que los proyectos a corto plazo serán los posgrados para ser investigadora de educación, conoce desde pequeña lo que es la docencia, por su madre, la maestra investigadora, Ana Imelda Coronel y de cerca ha vivido el periodismo al visitar las diferentes redacciones con su padre, Marco César Ojeda y a quienes les dedicó éste, su primer libro.