Phoenix, Arizona, EUA. La disminución en la productividad del frijol, segundo grano básico del país, representa un reto significativo para satisfacer la demanda local y evitar importaciones. A lo largo de las décadas México ha pasado de ser exportador a importador de frijol, lo que resalta la urgencia de un enfoque estratégico que promueva la cooperación entre productores y la innovación en la siembra, conservación y comercialización del grano.
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Así lo explicó el empresario mexicano Guadalupe Miranda, presidente de Arizona Fresh, empresa que busca generar oportunidades de exportación para pequeños productores mexicanos.
“México enfrenta un desafío crítico en la producción de frijol, su segundo grano básico más importante. Este cultivo no solo es vital como fuente de proteína para la población, especialmente para aquellos con menos recursos, sino que también constituye una fuente de ingresos crucial para los pequeños productores”.
Sin embargo, agregó: “la baja productividad del frijol se ha convertido en un obstáculo para satisfacer los mercados locales, agravado por fenómenos climáticos adversos como heladas, sequías e inundaciones”.
Como resultado, el país ha tenido que recurrir a importaciones para satisfacer las necesidades de consumo, una situación que contrasta con la realidad de las décadas de 1960 y 1970, cuando México era un exportador de frijol.
Para revertir esta tendencia, Miranda afirma se requiere una planeación estratégica a nivel nacional que defina la cantidad de hectáreas dedicadas a cada cultivo y las regiones adecuadas para su siembra. “Es esencial que el sector agrícola deje de pensar en términos de estados independientes y se fomente una visión nacional unificada”.
Entre las propuestas, Miranda sugiere la creación de cooperativas regionales para multiplicar la semilla certificada, así como el desarrollo de nuevas variedades de frijol, desde la cruza de semillas regionales, como las nativas, hasta la multiplicación en todo el país de las cepas puras ya existentes, en colaboración con empresas locales y el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (Inifap).
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Un paso fundamental en esta estrategia es la creación de una Bolsa Agropecuaria que permita a los productores asegurar precios futuros y promover la transparencia en las transacciones. Esto requiere del apoyo gubernamental en aspectos normativos y legales, así como un sistema de regulación del almacenamiento.
La meta es alcanzar la soberanía alimentaria en frijol y otros productos agrícolas viables, aliviando así la dependencia de importaciones que se proyectan en más de 300 mil toneladas del grano para el próximo ciclo agrícola, mayormente desde Estados Unidos.
“Para garantizar una producción estable, es vital que los precios en el campo se mantengan competitivos. En Sinaloa, por ejemplo, se prevé que la siembra de variedades como el frijol Reyna e Higuera abarque aproximadamente 80 mil hectáreas, resultando en una producción estimada de 140 mil toneladas, suficiente para satisfacer el mercado nacional y la exportación”, concluyó.
