Los Mochis, Sin.- Niñas, niños y adolescentes bajo el rayo del sol, la lluvia o a la intemperie con bajas temperaturas, corriendo riesgos entre las vialidades, haciendo malabares, portando carteles con mensajes de solicitud de apoyo económico o de limpiaparabrisas, son imágenes que poco a poco comenzaron a normalizarse en la entidad.
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De norte a sur, en Sinaloa, prevalecen las caravanas de menores indígenas pedigüeños que invaden el paisaje urbano, incluso, este 12 de junio, en el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, es fácil observarlos corriendo riesgos en la vía pública a pesar de su corta edad.
En el caso de Ahome, el alcalde Gerardo Vargas Landeros reconoce que este este fenómeno de explotación infantil no es ajeno al municipio y, a pesar del esfuerzo que se realiza a través del Sistema de Desarrollo Integral de la Familia (DIF), muchas de las medidas se limitan por acciones de los propios padres o tutores.
“Desgraciadamente son niños que en muchas de las veces son explotados, por supuesto que nosotros estamos bien atentos vigilando para que se los lleven a DIF, ahí los alimentan, los cuidan y muchas de las veces los nutren porque están en un avanzado estado de desnutrición y obviamente hemos platicado con los papás”, explicó el presidente municipal a Línea Directa.
Sin embargo, cuando se encuentran con casos difíciles y que ponen en riesgo la integridad y los derechos de las niñas, niños y adolescentes se turnan a la Vicefiscalía Regional de la Zona Norte, autoridad que sí tiene competencia para intervenir y seguir las investigaciones contra los padres.
Entre las situaciones observadas entre los niños pedigüeños sobresale que no van a la escuela, tienen una deficiente alimentación y, sobre todo, su seguridad física está en constante riesgo.
“Hemos encontrado gente que va y les quita el dinero y, obviamente, los turnamos a la autoridad competente. Así que, créanme, sí estamos haciendo lo propio, son la temporada donde ellos no encuentran trabajo y ya se acabó el arándano y están esperando las legumbres que ya no tardan en entrar en unos meses más, y, pues, en esos lapsos se vienen a la ciudad a estar pidiendo limosna”.
De acuerdo con los datos del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en México, el 25.8 por ciento de los niños y adolescentes entre los 5 y 17 años no estudian porque trabajan.
Y, de las niñas, niños y adolescentes de familias jornaleras indígenas, la mayoría proviene de los estados (considerados como “de expulsión”) de Guerrero y Oaxaca en tres áreas: mixteca, que abarca partes de Oaxaca, Guerrero y Puebla; meseta tarasca, Michoacán; filo mayor de la sierra de sierra de Guerrero.
Estos grupos indígenas migran mayormente a las entidades “de atracción” como Sinaloa, Sonora, Baja California, Baja California Sur, Tamaulipas, Nuevo León, Colima, Campeche, Morelos y la Comarca Lagunera que corresponde a parte de los estados de Durango y Coahuila.
La cifra de niñas, niños y adolescentes laborando a pesar de su corta edad, de acuerdo con los análisis de Save the Children y la OIT aumentaron tras la pandemia. Y, muchos de ellos son obligados por sus propios padres al practicar la mendicidad, donde también las personas que les dan una moneda en los cruceros se convierten en factores que perpetúan su explotación.
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Por ello, en el marco del Día Mundial contra el Trabajo Infantil las autoridades exhortan a la población a evitar dar una moneda a los menores y, la sociedad, exige a las autoridades propiciar políticas públicas que garanticen una mejor calidad de vida para las niñas, niños y adolescentes.