Guasave, Sin.- Gustavo tenía 12 años cuando empezó a consumir drogas, a su corta edad, siendo aún un niño, inició con alcohol y tabaco, luego fue escalando a algo que le diera más “nivel”, como erróneamente lo pensaba. 35 años estuvo preso en el infierno de las drogas, hasta llegar a dormir y comer en la calle.
El testimonio de Gustavo está escrito en las historias que alberga Clínica Guasave, antes CRREAD, un centro que ha servido de hogar para muchos adictos que han logrado su reinserción social de manera exitosa.
Él mismo narró su travesía personal en el mundo de las drogas y cómo logró salir delante de esa situación para convertirse en una mejor persona. A pesar de provenir de una familia con un buen nivel económico, siendo aún niño empezó a consumir drogas a los 12 años, previamente había incursionado en el alcohol y el tabaco, ya luego fue la marihuana, cocaína y LSD.
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Dicho por Crescencio Quintana Tapia, director de Clínica Guasave especialista en adicciones, el inicio de las adicciones tiene que ver con temas de salud mental que no son atendidos debidamente, de ahí que celebró que el presente gobierno de Rubén Rocha Moya esté direccionando en ese sentido la atención de las Uneme-Capa.
“El problema de las adicciones tiene su inicio en la salud mental, por eso es bueno que hoy se esté atendiendo en este sentido, se le esté poniendo atención a eso como forma de prevenir las adicciones, más allá de lo que están haciendo las instituciones para lograr la reinserción social”, sostuvo Crescencio Quintana Tapia.
En el caso de Gustavo, su consumo se fue intensificando, lo que le causó graves daños físicos y mentales, sin importarle el impacto negativo en su familia, llegó a agredirlos.
Perdió su hogar, su familia, dormía en cualquier lugar, pasaba días sin comer.
Tras 35 años de vivir en ese infierno de las drogas, su vida cambió cuando llegó a la Clínica Guasave, un centro especializado en adicciones, donde recibió ayuda y apoyo del director Crescencio Quintana Tapia.
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A partir de ese momento su vida fue otra: 9 meses pasaron y Gustavo recuperó la esperanza y las ganas de vivir, logrando reintegrarse a la sociedad como funcionario público, por lo que hoy agradece a Dios por haber encontrado el camino hacia la Clínica Guasave, que lo rescató del infierno y devolvió la luz a su vida.
