Culiacán, Sinaloa.- Fue un infierno fatal, estábamos peor que si estuviéramos en la guerra de Irak, un helicóptero tiraba a las casas y bajaba tirando balas y en tierra la gente gritaba y gritaba, fueron las primeras palabras que pronunció la señora Flor, al dar su testimonio de lo ocurrido la noche en que las fuerzas federales capturaron a Ovidio Guzmán López en la sindicatura de Jesús María, perteneciente al municipio de Culiacán.
Sin titubeos, Flor accede a narrar al Informativo Línea Directa, lo ocurrido la madrugada del jueves 5 de enero, cuando fuerzas especiales de la Secretaría de la Defensa Nacional, llegaron por sorpresa a la comunidad con la encomienda de recapturar al hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán, actualmente preso en Estados Unidos.
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Recordó que eran las 4:40 de la mañana cuando lo primero que se escuchó fue la detonación de armas de fuego, pero cada vez eran más y más las balas, seguido de la llegada de un helicóptero del Gobierno que disparaba hacia todos lados, y la gente aterrorizada gritaba en sus viviendas, al tiempo que se resguardaban abajo de las camas y baños.
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- Culiacanazo 2.0, 5 de enero del 2023
Los niños eran los que más lloraban y gritaban sin saber qué pasaba, sus papás los enredaron en cobijas, les encendieron la televisión, les ponían juegos en los teléfonos celulares para distraerlos, pero los gritos en las calles de los hombres armados que se enfrentaban a los soldados, eran superiores por los estruendos que hacían con sus potentes armas y hasta estallidos de granadas, y todo esto hacían temblar de miedo a las criaturas, relató.
“Un infierno fatal, estamos peor que si estuviéramos en la guerra de Irak, porque esto fue fatal, esa cosa que anduvo después de que llegó una avioneta, ese tiraba para todos rumbos, tiraba en las casas, tiraba a lo que sea, bajaba así, y tiraba aquello en vastedad de balas y la gente gritaba y gritaba”, rememoró.
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La carretera que conduce a la sindicatura de Jesús María, aún muestra el infierno que protagonizaron militares y sicarios, unos por defender a Ovidio Guzmán, y los otros para cumplir las órdenes del gobierno, dejando en el camino carros “rociados” a balazos, chocados y quemados, donde seguramente hubo muertos y heridos.
Con voz desesperada, la señora Flor dijo que pensó que había sido una mala noche, lo cual no fue así, ya que por la mañana llegó más gente del gobierno, presuntamente tumbando puertas y ventanas para meterse a las casas y sacar gente inocente para interrogarlos sobre lo ocurrido.
Fue a las 7:30 de la mañana del jueves cuando se hizo la última llamada por teléfono celular a los familiares porque cortaron la luz, y con ello, se suspendió el servicio de agua potable y se perdieron los alimentos en el refrigerador, y fue hasta este sábado que las autoridades apenas llegaron a prestarles auxilio a las familias, lo que agradeció.
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“Se perdió toditito lo que teníamos en los refrigeradores, ahorita abrimos los refrigeradores y no hay nada, ni tan siquiera agua tenemos, el bulito que llegamos a tener de agua lo cuidamos como oro molido, no hay tortillas, no hay masa en las tiendas, no hay nada, no hay nada que comer”, se quejó.
La gente de Jesús María refleja en su rostro coraje, tristeza, impotencia, pero, a la vez algo de esperanza de que las cosas cambien a favor de ellos, por lo pronto, se respira tristeza al ver en su calle principal carros ametrallados, quemados, recuerdo que quedará para toda la vida, principalmente para los niños, saber que fueron testigos del segundo “Culiacanazo”, también conocido como “Jueves Negro” en Sinaloa.
