Sinaloa.- Contrario a los sismos que se registraron en enero y al de la madrugada de este lunes 6 de febrero en áreas del golfo de California, uno más sorprendió a Sinaloa pero no en el mar, sino en tierra.
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De acuerdo al Servicio Sismológico Nacional (SSN), el segundo movimiento telúrico de febrero y el cuarto del año 2024, se registró a 58 kilómetros al noreste de Culiacán con magnitud de 3.6 calificado en el rango medio-bajo.
Así se ha mantenido la actividad sísmica en Sinaloa durante el año 2024
– 14 de enero: a 89 km al suroeste de Ahome, magnitud 3.9
– 15 de enero: a 105 km al suroeste de Ahome, magnitud 3.8
– 6 de febrero: (01:38 horas TCM), a 110 km al suroeste de Los Mochis (golfo de California).
– 6 de febrero: (3:30 horas TCM), A 58 km al noreste de Culiacán (en tierra)
Hasta el momento el Instituto de estatal de Protección Civil no ha reportado daños debido al registro del último movimiento que se reportó en tierra y muy cercano a la zona de Tamazula, Durango, en plena zona serrana.
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¿Qué origina los sismos?
La capa más superficial de la Tierra, denominada litósfera es una capa rígida compuesta por material que puede fracturarse al ejercer una fuerza sobre él y forma un rompecabezas llamado placas tectónicas.
Estas placas viajan como “bloques de corcho en agua” sobre la astenosfera, la cual es una capa visco-elástica donde el material fluye al ejercer una fuerza sobre él. Estos desplazamientos aleatorios de las placas son debidos a movimientos convectivos en la capa intermedia de la Tierra o manto, esto es, material caliente del interior de la Tierra sube a la superficie liberando calor interno, mientras que el material frío baja al interior.
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Este fenómeno provoca el movimiento de las placas y es justo en los límites entre placas, donde hacen contacto unas con otras, se generan fuerzas de fricción que mantienen atoradas dos placas adyacentes, produciendo grandes esfuerzos en los materiales.
Cuando dichos esfuerzos sobrepasan la resistencia de la roca, o cuando se vence la fuerza de fricción, se produce la ruptura violenta y la liberación repentina de la energía acumulada, generándose así un temblor que radia dicha energía en forma de ondas que se propagan en todas direcciones a través del medio sólido de la Tierra.
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