Guasave, Sinaloa.- En un mundo donde las noticias negativas parecen dominar los titulares, emergen historias de solidaridad y ayuda desinteresada que nos recuerdan la bondad innata en las personas. Tal es el caso de Pablo Quevedo, un guasavense radicado en Culiacán, quien vivió una experiencia que bien merece ser contada para resaltar la humanidad y la disposición de ayudar de la gente en nuestra comunidad.
El viernes pasado, alrededor del mediodía, Pablo se encontró en una situación complicada mientras cruzaba el puente que atraviesa el río para llegar a la USE. Su vehículo se apagó inesperadamente en medio del puente, un escenario que fácilmente podría haber causado un caos vehicular y angustia personal.
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“Me quedé tirado en el puente, pues ahí estuve alrededor de una hora, imagínate 25 carros por minuto y el puente temblando con el peso de los vehículos. Yo tenía a mi familia conmigo y la situación se estaba volviendo cada vez más tensa, se pararon 14 vehículos en una hora, tres de ellas se atrevieron a dar vuelta en el carril a pesar de ese mar de carros para auxiliarme. Me decían qué se te ofrece, me daban raite, teléfono, refrigerio, traslado para mi familia. Vale la pena platicar esta historia, tratando de decir que no todo lo de Culiacán es feo”, relató.
Sin embargo, en medio del apuro y la posible desesperación, comenzó a suceder algo extraordinario. Personas de todas las edades y condiciones se detuvieron para ofrecer ayuda. Era increíble ver cómo la gente se paraba para auxiliarle sin esperar nada a cambio, contó.
A lo largo de esa hora, hombres y mujeres, jóvenes y mayores, se acercaron a Pablo, cada uno con una muestra de solidaridad. Aunque la mayoría de ellos siguió su camino sin que Pablo pudiera recordar sus nombres debido a la prisa y la adrenalina del momento, un nombre quedó grabado en su memoria: Cuauhtémoc.
“Un señor de muy buena voluntad. Él traía todas las herramientas necesarias en su carro, especialmente para auxiliar a cualquier persona que lo necesitara. Venía preparado y fue él que finalmente logró poner mi carro en marcha”, compartió el guasavense.
Esto le recordó a Pablo que no todo en Culiacán es negativo y que todavía hay mucho de bueno y positivo en nuestra sociedad.
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“Quiero que se sepa que, a pesar de las noticias negativas, también pasan cosas buenas. Hay muchas personas dispuestas a ayudar y hacer el bien sin esperar nada a cambio,” concluye Pablo.
Historias como la de Pablo Quevedo y Cuauhtémoc son un recordatorio del espíritu comunitario y la bondad que existe en nuestra sociedad. Estas anécdotas nos invitan a reflexionar sobre la importancia de ayudar al prójimo y a reconocer que, a pesar de los desafíos, siempre hay lugar para la solidaridad y el compañerismo en nuestras vidas diarias.
