Culiacán, Sin.- Lupita, la inolvidable Novia de Culiacán, la mujer que se convirtió en leyenda, no ha desaparecido por completo de las calles de la capital sinaloense. Aunque dejó este mundo en 1982, su presencia persiste de manera imborrable.
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Mientras que las nuevas generaciones solo escuchan sus historias a través de susurros del pasado, los adultos mayores mantienen vivos los recuerdos de haberla visto desplazarse por las calles del Centro, ataviada con su icónico vestido blanco.
Durante los últimos 28 años, la artista visual María Romero y un grupo de mujeres han mantenido viva la tradición de vestirse como “Lupita” y pasear por las calles del centro, tal como lo hicieron nuevamente este viernes 22 de diciembre. Esta singular práctica sigue captando la curiosidad y asombro de quienes tienen la fortuna de presenciarla.
El grupo de Lupitas, con diversidad en la tonalidad de sus cabellos, algunas con canas, otras castañas o de cabello oscuro, abarca también distintas complexiones, desde delgadas, robustas, altas y estatura media. Juntas, recorren las calles, reviviendo la icónica leyenda y llevando consigo la esencia de esta tradición, acompañadas por la melódica música de viento que agrega un toque aún más pintoresco a la escena.
A las 11:30 de la mañana de este viernes 22 de diciembre, las novias comenzaron su recorrido, partiendo desde las escalinatas de la Catedral en la avenida Álvaro Obregón, continuando por la calle Ángel Flores y pasando por las instalaciones del reconocido Mercado Garmendia. Luego, se dirigieron hacia el Santuario del Sagrado Corazón de Jesús.
“‘Ahí van las Lupitas’, exclamaron los jóvenes con asombro, mientras que, para los más mayores, se convirtió en un regalo para la memoria. ‘A mí me tocó verla’, dijeron algunos, mientras las mujeres vestidas de blanco tomaban posesión de las calles. En medio del bullicio del centro de Culiacán y la frenética actividad de las compras navideñas, la mancha blanca destacaba a lo lejos, creando un vínculo entre el pasado y el presente.”
Contrario a las narrativas modernas que han tejido relatos sobre Lupita, llegando incluso a plasmarse en cortometrajes, María Romero desmiente la creencia popular. Según ella y algunos cronistas, la realidad dista mucho de la imagen de una novia que enloqueció al ser plantada en el altar.
Guadalupe Leyva Flores era el nombre real de Lupita, y, en contraste con la creencia popular, tuvo un esposo e hija que lamentablemente perdieron la vida en circunstancias desafortunadas. Estos trágicos acontecimientos la llevaron a recorrer las calles de Culiacán.
Hoy en día, las Lupitas son madres de familia, mujeres trabajadoras, y también madres rastreadoras que, con pico y pala, se aventuran en terrenos complicados en busca de sus hijos o seres queridos. Hoy, las Lupitas fueron esas rebeldes que luchan contra la injusticia, demostrando que su legado va más allá de la simbología inicial y se extiende a un compromiso valiente con las mujeres.
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