Mazatlán, Sin. – ¡Ah, cómo ensucia el oficio de zapatero!, pero qué bonitas satisfacciones deja a nivel personal y profesional, asegura Carmen Martínez, quien desde hace 30 años repara calzado y comparte que el secreto es no fallar ni un solo día y hacer un trabajo de calidad.
Carmen habla con Línea Directa en el Día del Zapatero, su día, y comparte algunas situaciones del calzado de sus clientes: zapatos con perforaciones en la suela, costuras sueltas y descoloridos, aunque este oficio también le da autoridad para reparar mochilas, bolsas y hasta chamarras.
En su negocio “Reparación de Calzado Martínez”, ubicado en el Centro de Mazatlán, la zapatera agrega que el costo del trabajo es de acuerdo a la emergencia, por lo que puede ir desde los 20 pesos por colocar un cierre a una mochila, hasta los 250 pesos por un cambio de suelas.
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“Yo llego a las 9:00 de la mañana y me voy a las 6:00 de la tarde, en el transcurso del día si hay trabajo, pues hay que moverse para no quedarle mal a los clientes, y a esperar a que llegue más trabajo, pero realmente es dedicarme nada más a lo que tengo en mesa y echarle todas las ganas”.
Hace 30 años Carmen inició en este negocio porque estaba en busca de un trabajo al quedar desempleada; arrancó como aprendiz con otro zapatero de Mazatlán, y mientras ella barría, también observaba a detalle cómo se hacía cada trabajo encomendado a su entonces patrón.
La experiencia y las ganas de trascender en este peculiar oficio, la llevó a considerar este trabajo como su pasatiempo, y afirma que es feliz cada mañana cuando abre su local, pues siente que no acude a laborar, porque para ella cada zapato que repara es momento de diversión.
Sin embargo, Carmen considera que en los últimos años las cosas han ido cambiando, porque a la gente le interesa cada vez menos reparar su calzado, porque con las nuevas modalidades de crédito zapaterías, ahora es más fácil comprar un par nuevo y desechar los viejos.
La zapatera dice que cada par tiene una nueva oportunidad, pero la gente al no tener el conocimiento, cree que con un hoyo, desgaste o raspadura, ya es el fin del zapato, pero hay muchos recursos y trucos en su taller para que tengan muchas puestas más.
Comenta que en este oficio hay buenos y malos momentos, y lo que sucede en su taller es trascendental para su estado de ánimo, toda vez que si su mesa de trabajo está llena, siempre estará con una sonrisa, pero que si ella está cabizbaja, es porque no hay par o artículo que reparar.
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Una de las satisfacciones que le ha generado este oficio, destaca Carmen, es la cartera de clientes que poco a poco ha ido ganando y que se ha vuelto el motor de su taller, donde está un reloj al que no voltea ni a ver para su hora de salida, porque el trabajo que ella hace, lo hace con amor.