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Culiacán, Sin.- El mundo se cierra sobre el cielo de Beto cuando baja de la camioneta cargando con sus queridos caimanes, solo sonríe mientras ignora el calor y los mosquitos. Los demás acompañantes solo son testigos del espectáculo de la libertad.
Uno a uno se van los ejemplares al canal de la laguna, con 90 días de nacidos aún no muerden, o eso dice Beto, que los maneja con tal delicadeza que parecen gorriones en lugar de reptiles.
“Cuando vengo siento que vuelvo a nacer, y si mi vida está aquí y estoy renaciendo constantemente; tengo que estar aquí”, dice el caimanero, tratando de explicar su pasión.
Y es que para Heriberto Salomón, también conocido como “Beto Caimán”, su vida y felicidad se podría explicar con la libertad; de espíritu y de reptiles. Es por eso que pronto se mudará a la zona de la laguna a vivir, y espera instaurar una reserva ecológica para las especies del lugar.
La mirada de Beto Caimán se entristece al ver montones de basura flanqueando el horizonte de su laguna querida, pero es optimista cuando mira caimanes de hasta 3 metros deambulando por las riberas del canal, una señal de que la liberación está sanando el ecosistema.
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La liberación de caimanes terminó por este año, Beto seguirá trabajando en busca de más recurso para su criadero. Y su alma, por el momento, también se liberó con la esperanza de recuperar la tierra que la contaminación le quitó a sus reptiles.