Guasave, Sin.– El golpe y el dolor por la desaparición de su papá cuando tenía 16 años colocó a Kevin “El Desvalagado” en el ring de box y ahora es campeón mundial juvenil plata del Consejo Mundial de Boxeo. Es un guasavense más que pone el ejemplo de que “más hace el que quiere, que el que puede”, pues con su humildad y careciendo de todo logró obtener este título y es inspiración para muchos niños y jóvenes de su comunidad Ladrilleras de Ocoro.
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El día que Kevin consiguió el título mundial recuerda que se fue a Tijuana justamente a la pelea de sus sueños, iba con apoyos de la gente y con la voz quebrada dijo que algo que no se le olvida es que llevaba los tenis rotos, pero él sólo se puso en manos de Dios, dio su máximo esfuerzo en el ring, que era lo que importaba más que llevar unos tenis nuevos, pero antes de subir a la arena, un boxeador de esa ciudad le prestó los suyos y peleó con ese par.
“Yo tenía 16 años cuando mi padre falleció, quedó desaparecido. Ha sido muy fuerte, pero el deporte ha sido como un consuelo, como que ahí me olvido de todo. ¡Que increíble es! No pensé que fuera a pasar, a veces pienso que para eso fui con los zapatos rotos a boxear, pero me puse en las manos de Dios y digo: a como se pueda. Siempre pienso que sólo él sabe cómo lo va a hacer posible, cómo nos va a tocar, porque lo que importa es que he entrenado, yo le pongo ganas con lo que tenga. La verdad, es que no tenemos nada, tenemos nomás los puros costales y las ganas y con eso digo yo que tenemos que aprovechar lo que tengamos”, expresó.
Kevin, desnudó su corazón para contar su historia. Todo lo que hay detrás del campeón mundial que le ha costado en sus 10 años de entrenamiento duro. Y es que, el día que su papá ya no volvió a casa, fue el inicio de lo que hoy está viviendo. Descargó su tristeza e impotencia entrenando, dejó la vagancia en las calles con el impulso de su entrenador Rubén Meléndez, el vecino que se convirtió en su figura paterna.
No tenía guantes ni careta, solo había un costal de arena, un espacio de tierra y las ganas de ambos de alejarse de sus problemas personales y del riesgo de caer en vicios. ¿Quién lo iba a pensar? que en ese pedazo de tierra de las Ladrilleras de Ocoro, al que Rubén, su entrenador y Kevin le llamaron gimnasio, tendrían el más grande orgullo para sus familias, pero sobre todo, que se ha convertido en transformador de vidas, rescatando del mundo de las drogas a muchos niños y jóvenes.
En realidad, el campeón mundial tuvo muchas inspiraciones de por medio en su carrera boxística: primero su madre y sus dos hermanos, pero a partir de que nació su hija hace un año, le puso más “garra” al entrenamiento, pues al ser trabajador de la empresa agrícola La Costeña, lo que gana es solo para lo más esencial.
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Ahora que está en el plano profesional de este deporte y con el máximo estándar en su categoría, sus objetivos van desde mantener su título y aceptar la beca que le ofreció el presidente municipal de Guasave, Martín Ahumada, para estudiar una licenciatura, pero también seguir inspirando a niños de su localidad, como un ejemplo a seguir, pues aseguró que en las calles no se consigue nada bueno.
