Culiacán, Sinaloa. Las llamas del lunes en Bacurimi se llevaron más que un restaurante, consumieron un rincón lleno de historias y recuerdos, “La Chuparrosa Enamorada”, un lugar que siempre había reunido a familias y amigos en torno a la comida tradicional, el aire fresco, y la paz del campo.
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A pesar del golpe, este espacio tan querido no se “apagará”. Ciudadanos y vecinos han decidido apoyar su reconstrucción, y en un acto de solidaridad, intentan devolverle su magia.
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Ubicado al borde de un canal, el restaurante se volvió famoso desde hace años por su ambiente acogedor, donde los visitantes podían terminar su comida recostándose en hamacas bajo la sombra de los árboles, mientras los niños se entretenían alimentando a los patos.
La experiencia tenía un toque especial, como la presencia de pequeñas figuras de cera, duendecillos que parecían observar desde los rincones, como guardianes del lugar, o las vías del tren cercanas que, al pasar la “máquina de hierro” con su temblor y sonido característico, sacaban sonrisas a los más pequeños. “La Chuparrosa Enamorada” no solo era un restaurante, era un símbolo de paz y unión.
El olor a pan en la distancia era otro elemento del lugar que cautivaba pan recién hecho, famoso por su sabor que hacía sucumbir hasta a quienes iban estando en dieta.
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Las redes sociales han sido el puente para esta causa, llamando a la comunidad a rescatar el lugar con el siguiente mensaje:
“La Chuparrosa Enamorada es más que un lugar; es un símbolo de amor, de nuestras raíces, y sede del Centro de Estudios Históricos y Culturales de Bacurimí”, se invita a los vecinos de Culiacán a donar y contribuir a la reconstrucción.
En cada donación, en cada granito de arena, los culiacanenses buscan devolver la vida a este lugar que es mucho más que cuatro paredes. Es un espacio que mantiene vivas las tradiciones y la cultura de Bacurimi. Así, La Chuparrosa sigue latiendo, esta vez gracias a todos aquellos que la recuerdan con cariño y creen en la magia de los espacios compartidos.