Los Mochis, Sin.- Con la intención de documentar el caso de los jornaleros tepehuanes originarios de Chihuahua que fueron rescatados del presunto delito de trata de personas en el Campo 35, personal de la Comisión Nacional de Derechos Humanos acudió a las cuarterias en las que vivían en condiciones inhumanas, descubriendo que otros más, todavía viven en esa misma situación.
La CNDH mantiene una especial atención del caso que cuenta con una denuncia formal y por la cual la Fiscalía General de Justicia del Estado de Sinaloa abrió una carpeta de investigación; además de que se dio vista a IMSS e Infonavit.
El expediente de queja que por oficio integra el omdbusman cuenta con elementos probables de maltrato y violencia, falta de acceso a prestaciones básicas e, incluso, explotación infantil con base a testimoniales de los 20 menores de edad que forman parte del grupo de 43 tepehuanes rescatados.
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Los adolescentes de 11 y 13 años relatan que de lunes a sábado se despertaban a las 4 de la mañana para salir a laborar y regresaban a las cuarterías hasta las 5 de la tarde; solamente descansaban los domingos.
Los menores y adultos eran trasladados en camiones de transporte de personal al campo sin que en ningún momento fueran observados por inspectores de la Delegación de Vialidad y Transporte de la Zona Norte.
Cabe resaltar que está prohibido por la Ley de Movilidad Sustentable del Estado de Sinaloa y el Reglamento de Vialidad y Transporte que los operadores permitan subir a las unidades menores de edad. Sin embargo, así estuvieron trabajando por 4 y 3 meses.
Las entrevistas por parte del personal de la CNDH permitieron obtener una aproximación de las condiciones físicas en las que vivían en el Campo 35.
Pero, al trasladarse hasta la cuartería que les rentaban los patrones en esta comunidad, el personal de la CNDH tuvo un fuerte impacto.
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Las mínimas viviendas, son cuartitos pequeñísimos en los que vivían hasta 5 personas de una misma familia, con tablones de madera que sirven de cama sin colchón y estantería para colocar sus escasas pertenencias, así como unas cuantas cubetas de plástico.
Todos estos cuartos forman galerones que están cubiertos por rejas asfixiantes por todas partes y con señalamientos de supuestas rutas de salida de emergencias que, se desconoce, cuenten con la supervisión de Protección Civil Municipal o Estatal.
Los espacios para regaderas son sumamente estrechos, las puertas son de madera y no cierran adecuadamente; hay un sanitario que comparten hombres y mujeres y hay unos cuantos lavaderos, también, con dimensiones mínimas.
Pero, lo más sorprendente, es que el personal de la Comisión Nacional de Derechos Humanos encontró a otros jornaleros con niños viviendo en estas condiciones, datos que se sumaron también a la investigación que realizan.
