Guasave, Sinaloa. Una explosión de emociones brotó en el cuerpecito del pequeño Flavio, de tan solo 3 años de edad, cuando las maestras de la guardería para hijos de jornaleros, allá en Ruiz Cortines, empezaron a repartir el desayuno: huevos con chorizo, frijoles guisados acompañados con tortillas de maíz; el pequeño “brincoteaba” y levantaba sus manitas pidiendo su respectivo plato de comida, y al llegar su turno, disfrutó cada bocado utilizando los cubiertos.
Flavio es uno de los más de 80 niños que se han registrado y asistido al Centro de Atención Infantil (CAI), y sin duda es el más “comelón” y “juguetón”, describió Magda Karina Ramírez Núñez, psicopedagoga infantil en la estancia de DIF, quien sostuvo que la alegría del pequeño contagia a los demás niños que en ocasiones tienen arranques de llanto y extrañeza al no estar con sus padres.
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Pero en este caso, con una total confianza Flavio se desenvuelve en los espacios de la guardería en la que espera y disfruta el momento, mientras sus padres trabajan en el campo, pues ya en la temporada pasada asistió por primera vez y ahora llegó acompañado de su hermanito de tan sólo un año al que cuida con mucha delicadeza y le enseña cada rincón del CAI.
“Flavio no para aquí, desde que llega hasta que se va, es muy dinámico, corre brinca salta, come muy bien, él ya es uno de los niños que vino la vez pasada, fue el que más se prestó, es un niño muy divertido y muy feliz. De hecho, hoy se integró un hermanito de él, al que cuida y protege como hermano mayor. Él ya sabe dónde se va a lavar las manos, dónde va a pedir más”, describió.
Según la psicopedagoga de la guardería para hijos de jornaleros agrícolas del DIF municipal, son muy notorios los cambios que se lograron no solo en Flavio, que es su segundo año consecutivo que acude a la estancia, sino de otros más que también repiten su asistencia este 2025.
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Y es que, en su primera vez los niños no sabían comer en la mesa, cada uno agarraba su plato de comida y corrían a las esquinas o se hincaban en el suelo para comer; no usaban cubiertos y eso ha mejorado, porque ya traen la noción al sembrar la semilla el año pasado, donde aprendieron las palabras “mágicas” como: por favor y gracias, destacó Magda Ramírez.
Sin embargo, también hay casos de niños que volvieron este año y que en vez de mejorar se les observó un retraso. Magda Karina Ramírez Núñez puntualizó que contribuir sembrando una semilla en estos niños que carecen de atención, amor y cariño, es muy satisfactorio.
Mientras se realizaban imágenes de la convivencia de los niños en el CAI de Cortines, se observaron a varios niños llorando, que desconocían el entorno, pero hubo muchos que simplemente se acercaban para decirles que todo iba a estar bien y asegurarles que aprenderán jugando.
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