En teoría, todo se trata de la cantidad de concentración que nuestro cerebro puede aplicar a una o varias tareas al mismo tiempo. Los humanos debemos de aplicar nuestros recursos mentales en las tareas más complicadas, y estacionarse es una de las más difíciles al momento de manejar.
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Si estás escuchando música, tu cerebro quiere procesarla para motivar tus emociones. Esto, naturalmente, requiere de cierta cantidad de concentración, misma que sería mejor enfocar en estacionarse.
De manera “automática” nuestro cerebro busca qué actividades estamos realizando y no requieren de concentración en ese momento, por lo que decide “cancelar” la atención que le estamos brindando. Esto desencadena el reflejo de bajar el volumen para “ver mejor” cuando nos estacionamos.
Por esta misma razón igual bajamos el volumen cuando vamos a pasar por calles cerradas o simplemente estamos perdidos. Nuestro cerebro encuentra difícil procesar la música y las maniobras a bajas velocidades con nuestro auto, por lo que bajar el volumen es la solución más sencilla.
Este estudio, realizado por Allianz Insurance, también demostró que el tipo de música que se escucha influye en la forma de manejo del conductor.
Como era de esperarse, música de géneros “radicales” causan mucha más distracción al volante. Por su parte, la música clásica hace que el conductor se concentre más fácil en el camino y reduce los accidentes vehiculares considerablemente.