Italia.- Remontémonos a los inicios de la aparición del coronavirus en el mundo, cuando sabíamos muy poco acerca de esta nueva pandemia y ni siquiera se había tomado en cuenta la seriedad del asunto. Vo’Vecchio, Italia, fue la primer ciudad en reportar un caso grave de COVID-19 en el mundo occidental, a principios del 2020, a partir de entonces, todo el pueblo localizado en la provincia de Padua, cerró sus puertas.
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El primer infectado fue un hombre de 38 años que lanzó la alerta para que personas vulnerables se resguardaran; ante una amenaza de un virus nuevo y desconocido, los habitantes decidieron hacer caso, esperando no contagiarse. A pesar de ellos, un hombre de 77 años, en la misma localidad, fue reportado como el primer muerto por coronavirus. Ahí comenzó la histeria y también ahí reforzaron sus medidas sanitarias.
Con poco más de 3 mil habitantes, el Alcalde de Vo’Vecchio, Giuliano Martini, un farmacéutico de profesión, comprendió rápidamente la seriedad del COVID-19 y ordenó el cierre absoluto de escuelas y negocios no esenciales. Su gestión comprendió que las medidas debían ser inmediatas y precisas para la emergencia, aunque todavía no se tenía conocimiento real de las batallas a las que se enfrentaban. Vo’Vecchio se convirtió en el primer pueblo con encierros colectivos en toda Europa.
Con todas las vías de acceso a la comunidad cerradas con puestos de control, jóvenes voluntarios, con extremas medidas sanitarias, se encargaron de ayudar a la comunidad para que los alimentos y suministros farmacéuticos siguieran llegando.
“Fue como una película de guerra. Estábamos completamente solos”, relataba a medios locales el Alcalde Martini.
Con la aparición de las vacunas y 9 meses de encierro, todo apuntaba a que la crisis sanitaria de Vo’Vecchio fuera un mal recuerdo; fue entonces cuando la comunidad científica comenzó a solicitar permisos para realizar las pruebas en los habitantes del primer pueblo con contagios y el primero, también, en establecer medidas sanitarias extremas.
Según un artículo publicado en la revista de divulgación científica, Nature Communications, los resultados de las pruebas demostraban niveles de anticuerpos variables; sin embargo, han ayudado a la comunidad científica a entender mejor el virus y cómo es que nuestros cuerpos responden a él.
Se realizaron dos pruebas, la primera en mayo de 2020, cuando los investigadores descubrieron que un 3.5% de la población tuvo coronavirus. Para en noviembre del mismo año, donde 98.9% de las personas que habían resultado positivas en mayo, tenían todavía un nivel alto de anticuerpos, por lo que su protección natural se había extendido por 9 meses.
“No encontramos evidencia de que los niveles de anticuerpos entre las infecciones sintomáticas y asintomáticas difieran significativamente, lo que sugiere que la fuerza de la respuesta inmune no depende de los síntomas y la gravedad de la infección“, aseguró la autora principal del estudio, Ilaria Dorigatti.
De estos resultados, 16 pruebas llamaron la atención de los científicos, debido a que presentaron una condición poco común que llamaron “superinmunidad”, con variantes más altas de anticuerpos que podrían significar evidencias clave sobre como se comporta el sistema inmune a lago plazo y si es capaz de evitar nuevos contagios, incluso contra las variantes de COVID-19.
Actualmente, la comunidad científica continua estudiando a los habitantes de Vo’Vecchio, con la esperanza de entender mejor el virus y la manera de lograr que el cuerpo humano consiga la inmunidad de por vida en esta y otras enfermedades.
Para conocer estos estudios, puedes acceder a: https://www.nature.com/articles/s41467-021-24622-7
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