Si usas redes sociales, navegas por internet o acostumbras leer contenido de crecimiento personal, seguramente habrás leído el término de “persona tóxica”.
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Existen infinidad de publicaciones donde se habla de este tipo de persona que manipula, siente envidia, se queja todo el tiempo, te ordena, es agresiva, negativa e incluso que te roba la energía. La sugerencia casi siempre es la misma:
“Apártate lo más lejos y rápido que puedas”.
El término “tóxico” o “tóxica” generalmente se utiliza para describir a personas que de manera frecuente manifiestan alguna de las conductas descritas anteriormente, pero aquí entre nos: ¿tu nunca has caído en alguna de esas conductas?, ¿Nunca has mentido?, ¿Nunca te comparas o te muestras pesimista o dependiente? Si es así, déjame decirte que tú también eres una persona tóxica.
Pero, como decía el chapulín colorado: “¡Que no panda el cúnico!”
En mayor o menor medida, todos somos tóxicos o tóxicas en algún momento. Algunos hacia adentro, otros hacia afuera. En algunos se ve más y en otros es más discreto.
Reconocer a una persona tóxica es muy fácil, lo difícil es poder darnos cuenta cuando nosotros estamos cayendo en esas conductas.
En las sesiones de terapia se da con mucha frecuencia el que la persona inicie identificando la causa de sus sus problemas fuera de sí, responsabilizando a los demás o a circunstancias ajenas a ella misma.
Cuando usamos el termino tóxico o tóxica normalmente lo hacemos para referirnos a alguien mas, cuando tal vez, la persona mas tóxica con la que convivimos seamos nosotros mismos.
Déjame contarte una experiencia:
En una ocasión asistió a mi consultorio una persona que estaba teniendo problemas en su relación. Me contaba que su pareja era muy celosa y que estaba siendo víctima de manipulación por parte de esta.
¿Qué tienes que ver tú con todo eso?, ¿Cuaál es tu responsabilidad?, le pregunté.
“No entiendo la pregunta”, me dijo.
Estaba en una posición de afectado en donde la parte tóxica era su pareja y ante esto, por supuesto que no tenía ninguna responsabilidad en el asunto.
A medida que fuimos avanzando en el proceso cada vez que surgía este tema yo le hacia la misma pregunta
“¿Qué responsabilidad tienes en todo eso?”
Un día, después de hacerle la misma pregunta, se me quedo viendo y me dijo:
“¡Mi responsabilidad es que le permito manipularme y alimento su conducta cada vez que me pongo a explicarle que no le soy infiel!
A partir de este momento, esta persona, fue capaz de ir construyendo los recuerdos necesarios para rechazar los intentos de manipulación por parte de su pareja y el circulo neurótico en el que ambos estaban metidos fue perdiendo fuerza.
Es muy fácil responsabilizar al otro y notar lo que hace mal. Lo difícil es identificar que tengo que ver con eso y que estoy aportando al comportamiento del otro.
Cuando pueda darme cuenta y responsabilizarme de mi parte, podré comenzar a detener el circulo en donde juego el papel de víctima de los demás.
No es fácil notar estas conductas o reacciones inconscientes con las que funcionamos. Como lo dije al inicio de este artículo, de alguna forma todos en mayor o menor medida somos tóxicos, sobre todo con nosotros mismos.
Ver la mala conducta del otro es fácil, lo difícil es poder reconocer las malas conductas en nosotros mismos. Te has puesto a pensar, ¿Qué tan notorias pueden ser mis toxicidades para los demás?
Hacer conciencia acerca de mis comportamientos “tóxicos” a veces solo es posible a través de un proceso de terapia en el que podamos ir iluminando cada una de esas áreas oscuras que nos van dañando y desgastando sin darnos cuenta.
Te agradezco cualquier comentario acerca de esta columna y si crees necesitar acompañamiento psicológico profesional con respecto a este tema o conoces a alguien que lo necesite, escríbeme un WhatsApp al número +526671313403 en México y visítame en Facebook en: https://www.facebook.com/sensumpsicologiaycrecimiento/
Te dejo un abrazo.
Juan José Díaz / Psicólogo y psicoterapeuta