La situación de Julio César Urías con los Dodgers y su continuidad en las Grandes Ligas se hace cada vez más difícil. Las decisiones tomadas por sus directivos al interior del vestidor son señales tan claras como contundentes, que uno podría pensar más en una salida tan inesperada como inmerecida -por sus actuaciones en el campo de juego-, que permanecer dentro de un barco que parece navegar directo hacia la conquista de otra Serie Mundial.
A diario surgen tantas nuevas versiones como especulaciones que parecen no abonarle mucho al mexicano.
Eliminar su espacio en el club house, borrar todas aquellas imágenes alusivas a sus momentos gloriosos y de contribución a un título, así como devaluar toda prenda que tenga cincelada su rostro o nombre, son indicativos de que el sinaloense no solamente podría ser anulado del roster.
Los souvenirs, que representan un lucrativo ingreso para la organización, dejaron de ser un negocio y comenzaron a ser rechazados por los consumidores, a tal grado de que el club se vio en la necesidad de ofrecerlos en un costo de recuperación al menos.
La vida para Urías se volvió un infierno de la noche a la mañana, por no decir que en un segundo o en un parpadeo. De estar en los cuernos de la luna y saber que transitaba directo a convertirse en el jugador mexicano mejor pagado de la historia al terminar la campaña, o entre los mejores, se metió a un túnel muy obscuro donde existe pocas esperanzas de encontrar una luz al final del mismo.
En menos de 15 días habrá una decisión oficial y final. Pero por los antecedentes que existen, es casi imposible poder ganar esta batalla. Espero equivocarme, porque desde los tiempos de Fernando Valenzuela el beisbol mexicano no había tenido una figura a quien seguir y en quien creer.
Urías está inmerso en un silencio total, por obvias razones, y por recomendación de quienes están trabajando en su defensa.
SIN PLAZA. Los Mariachis de Guadalajara se quedaron sin parque y hasta posiblemente sin ese nombre. El CODE (Consejo Estatal para el Fomento Deportivo) del estado de Jalisco les informaron que el año próximo ya no podrán utilizar el estadio Panamericano -la misma casa de los Charros, en invierno-, por lo que se presume que desde YA la organización haya comenzado a pedir posada.
El equipo vivió una campaña muy tormentosa, que va desde los malos resultados -último lugar de su grupo- hasta presiones por falta de pagos y juegos perdidos por forfeit, algo muy poco común en una liga profesional.
Precisamente por su falta de liquidez y de cumplimiento en otras obligaciones en el convenio firmado con las autoridades deportivas del estado, decidieron darles las gracias, por lo que su continuidad en la Liga Mexicana de Beisbol está ahora rodeada de mucha incertidumbre y de incógnitas.
Pero no debe extrañarnos nada de eso. En aquel circuito cada año hay sorpresas de todos colores y sabores.
