La familia Avendaño mantiene viva su tradicional clásica ciclista en honor al patriarca de la casa, don Héctor Avendaño León, un hombre que supo inculcarle el amor hacia el deporte de la fibra y el pedal a sus hijos y nietos. El sábado 23 y domingo 24 de este mes habrá de llevarse a cabo la competencia anual, la cual reúne a pedalistas no solo del estado, sino de otros rincones del país.
Don Héctor se contagió del ciclismo desde hace décadas y no hubo un antídoto que pudiera “curarlo”. Lo practicó en sus años mozos y posteriormente lo promovió en calidad de directivo tanto a nivel club con aquel famoso Sprint y Meta, así como tomando el toro por los cuernos cuando decidió hacerse cargo de la Asociación Estatal.
En años atrás las clásicas le daban mucha vida al ciclismo de ruta. Pero desgraciadamente fueron desapareciendo casi en su totalidad, por falta de recursos y también de patrocinios. Quedaron para la historia aquellas clásicas que honraban a gente como el “Tatalo” Casillas, Oscar Lobo, entre otras, y algunas pruebas muy tradicionales que los pedalistas esperaban con marcado interés como la Clásica a Cosalá, la carrera de La Cruz de Elota y desde luego las organizadas por EL DEBATE, pruebas que me tocó promover durante mi estancia en el matutino durante 34 años.
Hoy el ciclismo de ruta está en peligro de extinción. Son pocas las pruebas que sobreviven en todo el estado. Ya no existen aquellos calendarios donde domingo tras domingo había competencias a lo largo y ancho de la geografía sinaloense.
Por eso, esta carrera en honor a don Héctor Avendaño merece todos los reconocimientos, porque se hace con el esfuerzo de sus hijos Mauricio, Héctor Jr e Iván de Jesús, que con la emoción de seguir honrando a su tutor mediante esta prueba, no titubean en tocar puertas y acercarse a los amigos para solicitar el apoyo que pueda vestirla como un evento que sea del interés de quienes participan en la misma.
La familia ha sido recíproca con personas y empresas que los han apoyado en todas sus ediciones. Esta vez decidieron dedicar las dos etapas a Mónica Coppel, una entusiasta promotora no solo del ciclismo sino de muchas disciplinas, a quien me tocó ver correr en muchas competencias de tú a tú con los hombres en la década de los 90´s.
Muy merecido el reconocimiento, tomando en cuenta que es de las pocas mujeres que practicaron con pasión y devoción ésta disciplina, y que con la Clásica a Santa Rita manteniéndola vigente, continúa ligada a un deporte que le dio muchas satisfacciones.
Un servidor tuvo ya su bautizo en esa Clásica, a lo cual vuelvo a agradecerle a don Héctor y sus hijos.
El señor Avendaño para mí fue una pieza importante y fundamental en la organización de las clásicas de EL DEBATE, en las Vueltas Ciclistas a Sinaloa y también cuando me honraron nombrándome presidente de la Asociación Estatal.
El ciclismo no tiene ese impacto mediático como lo tiene el futbol y el béisbol. Es un deporte caro que practican los pobres, porque las jacas de acero hoy en día cuestan un ojo de la cara, pero que, desgraciadamente, no ha crecido no por falta de interés, sino por problemas que han surgido en los altos mandos.
