Por segunda semana consecutiva la actividad en el Congreso del Estado se convierte en el motivo de nuestro comentario en este espacio, y lo que son las cosas, ninguna de las dos ocasiones tiene que ver con las labores que deben privilegiarse en ese espacio, las legislativas.
La ocasión anterior nos referíamos a una costumbre siempre presente, evidente y hasta mitificada, pero nunca contundentemente documentada, como el “maiceo” a los diputados, el soborno, la entrega de dádivas a cambio del respaldo con su voto de determinada iniciativa.
El comentario entonces lo motivó el reconocimiento de tan recurrente cuanto indignante práctica, de lo que se ha hecho siempre pero pocas veces se había aceptado públicamente. Esa es una nada edificante práctica.
Ahora lo que propicia comentar sobre el Congreso del Estado es un hecho que tampoco se había dado, pese a ser muchas veces exigido por la sociedad: el descuento de sus dietas a los legisladores faltistas sin causa justificada.
Esto se dio esta semana, en respuesta a la ausencia de 15 legisladores que se salieron del recinto para no enfrentar una votación que les correspondía asumir con toda responsabilidad, por escabroso que fuera el tema, el 25 de abril pasado. Esa es una buena señal, aún con las dudas sobre las causas que hayan provocado la decisión.
Es mucho más grande el mensaje que se envía con el hecho, que la insignificante cantidad que se les descuenta a los legisladores, irrelevante comparada con el presupuesto total del legislativo y el sueldo que perciben los diputados, pero una auténtica fortuna para miles de sinaloenses que se la parten todos los días de sol a sol y jamás han tenido en sus bolsillos esa cantidad junta.
Son 4 mil 600 pesos por un día de salario lo que se les quita a cada diputado, 69 mil pesos en total por los 15 sancionados. Con ese criterio los diputados estarían ganando 138 mil pesos mensuales, lo que no debe ser.
No corresponde la cantidad descontada a un día de la dieta mensual de los diputados si se parte de que esta es menor al sueldo del Presidente de la República, pero seguro se tendrá una explicación oficial sobre el asunto incluyendo el asunto de los impuestos y gratificaciones.
El descuento no les gustó a varios de los diputados afectados, pues lo consideraron un exceso y una venganza en su contra. Están en todo su derecho de así considerarlo, pero afuera la gente es de la idea de que si no trabajan, o si no acuden a las sesiones, no tienen por qué recibir un salario.
Ojalá que la próxima ocasión se pueda comentar sobre el quehacer parlamentario que es la razón de ser de ese poder, el crear las normas que nos rigen para convivir en sociedad, y no de las controversias y ocurrencias que generan los diputados con sus acciones extra legislativas.
