Una de las reformas alcanzadas en el Congreso del Estado de Sinaloa que mayor respaldo ciudadano ha tenido durante los últimos años, es la lograda en marzo de 2017 ante iniciativa enviada por el ejecutivo: la reducción de la cantidad de diputados locales y regidores en 10 y 80 respectivamente.
Por eso resulta preocupante, por decir lo menos, que desde la Junta de Coordinación Política a cargo de la diputada morenista Graciela Domínguez Nava, se pretenda un salto hacia atrás para mantener los 40 diputados actuales en la próxima legislatura, cuando tendría que hacerse efectiva la reforma, que ya se implementó en el caso de los ayuntamientos.
¿Y qué ha pasado en los cabildos con menos regidores? Absolutamente nada. Funcionan igual o mejor que en el pasado y nos cuestan menos.
El respaldo popular a la reforma fue consecuencia de la percepción ciudadana de altos niveles de descrédito y voracidad que raya en la rapacería de muchos representantes de nuestra clase política, y sobre todo del hartazgo social por sus excesos.
Resulta grotesco que ante un poder legislativo que no ha logrado empatía con la gente, que vive en el escándalo y sospecha permanente, alguien esté en contra de reducirlo cuantitativamente, cuando han sido incapaces de crecer cualitativamente.
Lo que se aprobó hace dos años y que se ha implementado hasta hoy solo en los ayuntamientos, fue la reducción de 40 a 30 el número de diputados locales, y de 233 a 153 la cantidad de regidores en los 18 ayuntamientos del estado. Es de lo más trascendente en ese reglón en las últimas décadas.
Creo que quienes aprobaron la modificación interpretaron fielmente el sentir de una sociedad deseosa de instituciones funcionales pero menos onerosas, que no sean refugio de oportunistas en pago de favores mediante la entrega de privilegios en un espacio que requiere de los mejores hombres y mujeres, dignos y capaces.
¿Cuál es el argumento de mayor peso que esgrimen quienes quieren tumbar esta reforma? ¿Cuestión de representatividad? No aplica. Jalisco con 7.8 millones de habitantes, el cuarto estado más poblado del país, tiene 39 diputados, 20 por la vía de mayoría relativa y 19 plurinominales. Cada legislador jaliciense tiene la representación de 200 mil habitantes.
Si en Sinaloa mantuviéramos ese criterio de representación de diputado por número de habitantes, solo contaríamos con 15 legisladores locales.
¿Más diputados para hacer el trabajo legislativo? No es válido el razonamiento. De los 40 diputados que integran hoy la Cámara, si acaso la mitad tiene una actuación más o menos relevante. El resto son invitados de piedra y materialmente un dedo para aprobar o rechazar diversos asuntos.
Pero más allá de todo esto: ¿Justifican los diputados, todos, con su actuación, sus escándalos, sus protagonismos y sus recurrentes acusaciones de corrupción entre ellos mismos, ser más?
En un estricto ejercicio de autocrítica, ¿tienen la voz completa para promover y respaldar este absurdo intento? Ojalá y surja una voz congruente, capaz y prudente que pare este disparate.
