En medio de una crisis de violencia que parece no dar tregua, los sinaloenses siguen de pie. No porque ignoren la realidad, sino porque han aprendido a resistir.
A pesar de los hechos que nos sacuden a diario en las calles, en los negocios, en las familias, hay señales claras de que la mayoría no se rinde. La gente de bien —que sigue siendo la mayoría— no está dispuesta a dejar que el miedo dicte la forma en la que se vive.
Comerciantes que abren sus puertas cada mañana, empresarios que siguen apostando por su estado, autoridades que buscan estrategias para que la vida nocturna no muera y que las sindicaturas no se queden aisladas. Todo eso habla de una voluntad que no se rompe tan fácilmente.
La rodada a Imala, organizada como parte del programa “Ruta Segura”, es ejemplo de una estrategia concreta que busca reactivar el turismo local y recuperar la actividad social en puntos que también han sido golpeados por hechos de violencia.
Lejos de un acto simbólico, se trata de una acción institucional con acompañamiento de seguridad y participación ciudadana, diseñada para recuperar la movilidad y la confianza en ciertos espacios.
Lo mismo ocurrió el pasado 13 de marzo con la Expo Ruta 4×4 Culiacán-Altata, que no solo fue una muestra de afición deportiva, sino una acción con causa. Pedir a los participantes una despensa para las familias más vulnerables fue un recordatorio de que la solidaridad también forma parte del tejido sinaloense.
Y mientras tanto, en la capital sinaloense el operativo “Culiacán en Movimiento” busca recuperar los horarios perdidos por la violencia y el temor. Bares, restaurantes, zonas turísticas y giros nocturnos no solo generan ingresos, también generan empleos, comunidad e identidad. Mantenerlos activos es clave para reanimar la economía local.
Sinaloa no es solo lo que aparece en los titulares de nota roja. También son sus actividades productivas, sus eventos, sus esfuerzos diarios por mantener la economía en movimiento.
Porque aquí, a pesar de la inseguridad, prevalece la voluntad de avanzar. La ciudadanía continúa organizando, trabajando y generando alternativas para sostener la vida económica y social del estado.
Sinaloa no se detiene y esa también es una realidad que debe contarse.