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Renuncia y denuncia

La palabra austeridad expuesta en cualquier nivel de gobierno como compromiso y forma de administrar los recursos públicos, genera inmediata empatía ciudadana con quien la ofrece....

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La palabra austeridad expuesta en cualquier nivel de gobierno como compromiso y forma de administrar los recursos públicos, genera inmediata empatía ciudadana con quien la ofrece.

Hay un hartazgo ciudadano ante los excesos de miembros de una clase política que históricamente del erario mantenían sus más caros y extravagantes gustos y no contentos con eso hasta se llevaban parte de éste amasando fabulosas y abusivas fortunas ilegales.

Suena bonito el término, y seduce con facilidad al ciudadano. Pero en aras de esta austeridad y gasto responsable no se debe llegar a extremos de la tacañería y mezquindad, en deterioro de la calidad de los servicios públicos que por obligación el Estado debe prestar a los gobernados.

Hay en la carta-renuncia de quien fuera hasta el martes pasado director general del IMSS, Germán Martínez Cázares, un párrafo especialmente inquietante porque se refiere precisamente a una forzada austeridad: “Los niños que padecen cáncer y esperan su tratamiento, quienes viven a la espera insulina, las poblaciones de la diversidad sexual que reclaman antirretrovirales, y los millones de enfermos que se atienden en nuestras clínicas y hospitales, no merecen ni un minuto de rebatingas de poder”.

Y otro más: “Mientras se discute la remodelación del IMSS, muchos trabajadores siguen sin certeza laboral, otros sin contrato, algunas vacantes aumentan, el rezago en infraestructura es brutal, en 2019 prácticamente está en cero por ciento el avance de obras y el pago a proveedores, los contratos y convenios de servicios se rezagan, y algunos están por vencerse sin horizontes de legalidad y eficiencia, las compras de equipamiento paradas, las reclamaciones y litigios aumentan; y si bien el abasto de medicamentos está garantizado, es precario y en algunos lugares pende de un hilo”.

Esto es no es buena señal en ningún renglón, pero menos en salud, porque la atención a ese sector regularmente es prioritaria en gobiernos que se dicen de izquierda o progresistas.

Con la salud de los ciudadanos no se juega. No parece buena idea ahorrar en atención médica a los mexicanos más necesitados mediante el recorte al gasto en esa área para asignarlo a otra.

Y si todo esto no es buena señal en cuanto a la calidad de la atención médica en el IMSS, tampoco lo es para millones de mexicanos que han entregado su vida al trabajo y están en espera de una pensión justa para recorrer el último tramo de su existencia con dignidad y sin grandes sobresaltos financieros. Porque eso también estaría en riesgo.

Los ciudadanos no podemos estar en contra de diversas medidas de austeridad y orden en el gasto público, pero debemos rechazarlas cuando estas se estiran tanto que empiezan a deteriorar la calidad de atención en áreas tan sensibles como la salud.

Como candidato presidencial, AMLO sedujo a los votantes cuando dijo que los ahorros vendrían del combate a la corrupción, no de recortes en el gasto a áreas tan importantes como la de salud pública. Y eso es lo que esperamos.

Fuente: Internet

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