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Que se bajen ya del ladrillo

Ensoberbecidos por triunfos que en muchos de los casos no fueron de ellos, sino incluso a pesar de ellos, no son pocos los miembros de la...

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Ensoberbecidos por triunfos que en muchos de los casos no fueron de ellos, sino incluso a pesar de ellos, no son pocos los miembros de la llamada Cuarta Transformación que no acaban de entender la responsabilidad que hoy tienen en los diversos espacios de poder que ocupan.

No son todos, afortunadamente, pues la mayoría ha asumido su nuevo rol con puntual entendimiento, actitud prudente y trato digno a quienes por obligación atienden. Pero otros hacen alarde de superioridad, rayan en el simplismo, aparecen como distantes, con un dejo de desprecio a los demás y hasta se dan tiempo para hacer ridículos chistoretes nada apropiados para su envestidura.

No han entendido que el servicio público exige alta responsabilidad, altura de miras y convincente decisión para colocarse al nivel de lo que exigen las circunstancias, que su desempeño ante la situación que viven les exige ir mucho más allá la improvisada explicación, de la evidente falta de preparación.

Alarde de desplantes que desalientan a los gobernados. Un alcalde, como el de Ahome, que se atreve a ignorar al presidente de la República a su paso por el municipio, o a funcionarios del gobierno del estado en una gira de trabajo por su tierra, tampoco la pensará para menospreciar a los simples ciudadanos que se le acerquen a realizar algún planteamiento, que hoy se dan cuenta del tremendo error cometido. No inspira confianza el que se transite en medio de escándalos, amenazas e incluso demandas penales.

O el de Culiacán, que desde el día de su toma de posesión manifestó el desdén por los habitantes de la capital, y luego se ha visto involucrado en una serie de cuestionamientos por su desempeño. Una polémica cada día.

Están también los diputados de la Carta Transformación en el Congreso Local, la mayoría invitados de piedra, prestos muchos a mantener diversas canonjías pero pocos los dispuestos y capaces de hacer el trabajo legislativo.

O los regidores de varios ayuntamientos, que como auténticos gánsters prácticamente solo les hace falta el uso de una pistola para exigir dinero ilegalmente del erario.

Les sobra soberbia y les falta modestia, compromiso, disposición de servicio y solidaridad con la gente, como lo pregonaban cuando eran oposición, y que hoy que son gobierno lo han olvidado.

No todos, afortunadamente, pero es el momento de que hagan una reflexión sobre la responsabilidad que tienen en este proceso de cambio.

Gobiernos fuertes más sensatos en Mazatlán, Navolato y Guasave, además de comportamiento moderado y comprometido de los senadores Rubén Rocha e Imelda Castro.

No es que sus antecesores hayan sido un lechado de rectitud, aptitud y compromiso con las mejores causas, el asunto es que los que hoy están llegaron bajo el compromiso de que serían diferentes, y no son pocos los que han mostrado ser hasta de peor calaña.

Ojalá entiendan que la oportunidad de estar en el servicio público es un gran privilegio, una extraordinaria oportunidad para servir a los demás. Tienen que bajarle un poco a su arrogancia, ser mucho más humildes, entender que muchos no están ahí por sus méritos, no por lo que son, sino a pesar de lo que son y también a pesar de lo que han sido.

Nada de que les falta oficio político. Con algo de sentido común, sencillez y honestidad podrían empezar a mostrar que pueden ser, efectivamente, diferentes. Que se bajen del ladrillo.

Fuente: Internet

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