Tres aspirantes iniciaron su precampaña presidencial. Todos tienen el mismo objetivo en común: ganar la Presidencia de México en 2024. La sucesión del primer gobierno de izquierda está a la vuelta de la esquina.
Me parece muy clara la línea de cada aspirante, creo que su mensaje está bastante definido y podrían clasificarse fácilmente de acuerdo a la oferta.
Claudia Sheinbaum, continuidad con cambio.
La pre candidata de Morena y aliados (Partido del Trabajo y Partido Verde), representa la continuidad de la cuarta transformación que encabeza Andrés Manuel López Obrador. ¿Por qué con cambio? Porque la Dra. Sheinbaum Pardo ha recibido el “bastón de mando” del obradorismo, un movimiento que continúa ocupando las preferencias en el grueso del electorado como la esperanza de cambio para México. Un cambio que a juicio de la mayoría de mexicanos, ha comenzado a gestarse y requiere continuidad.
El proyecto que inició el presidente seguirá consolidándose buscando el bienestar de millones de mexicanos que confían y creen en la esperanza que la 4T ofrece. A diferencia de la oposición, que no ha sabido retomar las causas de la gente y posicionarlas en su discurso electoral, el obradorismo continúa acaparando la narrativa en favor de su plataforma política.
Por su parte, Claudia Sheinbaum ha demostrado gran capacidad en todas las aristas que requiere alguien que desea dirigir un país. Es inteligente, construye acuerdos, los cumple, escucha, es autocrítica,comunica correctamente; muy a su estilo, demuestra gran habilidad política. Se ha sabido ganar a quienes decían que era imposible que una mujer pueda llegar a gobernar México. Lo mismo ha ido sumando a grandes empresarios a su equipo como a inconformes de otros partidos. La estrategia es clara: hablar con la verdad y ser transparente. Claudia ha sido enfática en su discurso al señalar que regresar al pasado lleno de corrupción, no es opción.
Si hoy fueran las elecciones, Sheinbaum se alzaría con más del 50% de aprobación.
Xóchitl Gálvez, la alternancia y cambio para retroceder.
Su campaña será todo contraste con la 4T, y su oferta política es el cambio. Sería una excelente opción si su realidad fuera distinta. Pero simplemente representa absolutamente todo lo que la población mexicana ha repudiado, se le ha demostrado el hartazgo en el 2018 cuando el pueblo decidió darle la oportunidad al gobierno de izquierda con una votación histórica y aplastante.
Xóchitl Gálvez no es cambio, es la continuidad a las viejas formas de gobernar. Donde los que ganan son sólo algunos cuantos, y los empresarios están al centro de las políticas públicas y no la gente. Esos gobiernos de privilegios y privilegiados llenos de corrupción.
Me parece muy de fondo la diferencia entre Claudia y Xóchitl. Mientras la morenista asume el liderazgo de la 4T y toma decisiones, se nota claramente que la precandidata del FAM está cooptada por los líderes de los partidos que la impulsan y también empresarios, todos pidiendo cuotas, espacios y candidaturas.
El llamado “efecto Xóchitl” fue tan fugaz, que hoy parece navegar a la deriva en su proyecto. Hay quienes todavía pedían ‘bajarla’ y designar otro candidato. Mientras en el PRI continúan dándose las renuncias y el PRD amenaza seriamente con romper la alianza por el maltrato recibido en el ‘reparto’ de posiciones.
Xóchitl arrastra negativos desde el día uno. Aunque su rol es el de ofertar un ‘cambio’ con la alternancia, tiene muy complicado lograr posicionar una agenda diferenciadora de avanzada pues lleva con ella todos los elementos que representan un retroceso para el electorado.
Samuel García, lo nuevo.
Aquí hay que ver con detenimiento lo que Movimiento Ciudadano está haciendo. Es el único partido que estáen franco crecimiento. Aunque se antoja difícil que conserve Jalisco, si creo que logrará más espacios en las cámaras, congresos locales y ayuntamientos.
Ahora bien, de todos los candidatos que podía utilizar el partido naranja, utilizaron al más ¿rentable? electoralmente. Aunque difícilmente tiene más popularidad que Luis Donaldo Colosio, quien leyó perfectamente los tiempos y entendió que no es su momento. También, lo tiene difícil para ser un candidato de empuje y fuerza como podría haberlo sido Enrique Alfaro. Y tras cerrarle la puerta a Marcelo Ebrard, un político con experiencia y cierta capacidad de operación, Movimiento Ciudadano eligió al joven gobernador con licencia de Nuevo León porque el mercado electoral de MC es simplemente ‘otro’.
No creo que el objetivo del ‘naranja’ sea ganar la elección del 2024. Su meta es continuar el crecimiento y por eso apuesta por el pre candidato más joven en la historia por la presidencia de México. Como opción, “lo nuevo” que representa Samuel García, no es necesariamente bueno, más allá del marketing, el proyecto de MC requiere sobre todo madurez y una plataforma política clara.
Lo cierto es que el perfil del candidato “fosfo fosfo” viene a ofrecer una bocanada de aire fresco a las ya tradicionales campañas políticas en México. A Samuel póngalo a exagerar su acento golpeado y a decir ocurrencias. El neoleonense fresa, apuesta por su popularidad e impacto en las redes sociales donde su esposa, la influencer Mariana Rodríguez, es el complemento ideal.
En el discurso García va contra la oposición, va contra el PRI, PAN y PRD. Queda claro que la tarea de Samuel García es atraer el voto de indecisos e inconformes y de ser posible convertir a Movimiento Ciudadano en la segunda fuerza electoral en el país. ¿Lo logrará?