Culiacán, Sinaloa.- Diversos estudios han demostrado que por cada peso que se embolsa un dueño de casino, la sociedad tiene que gastar seis por los efectos nocivos: bancarrotas, desfalcos, criminalidad asociada a la ludopatía (robos, fraudes, secuestros) terapias, procesos legales (cada vez más ludópatas acaban cometiendo un delito) atención de hijos abandonados y descuido criminal de las obligaciones familiares y sociales.
Por otra parte, es un hecho que los casinos y salas de apuesta permanentes “son el mecanismo ideal y más barato para lavar dinero procedente de actividades delictivas”, como se argumentó por la oposición en el Congreso durante la discusión de la iniciativa de 2004.
Se denunció entonces que la Secretaría de Gobernación sabía que, aparte de los “legales”, había (y hay) muchos casinos clandestinos “pero se hace de la vista gorda y no los combate, mientras que los diputados pro casinos, le hacen el juego a los cabilderos diciendo que, si de todos modos existen, hay que legalizarlos”.
UNA CUESTÓN MATEMÁTICA
Para quienes acuden a los casinos pensando que ganarán, conviene recordarles que en los juegos de azar que se practican de forma reiterada, repetitiva y constante, es absolutamente seguro que la casa ganará, pues se reserva un número de posibilidades de éxito muchísimos mayores que los jugadores, del juego que sea.
El jugador, mientras más juega, más seguro es que pierda sin remedio. Es una cuestión matemática.
Ahora bien, si la inducción al error es la práctica de los casinos, al tener a su favor la Ley de las Probabilidades, manipulando sus aparatos y condiciones de juego, eso es un acto de mala fe, que puede ser sancionado legalmente porque está prohibido por nuestra Constitución.
Esas cuestiones no fueron consideradas por la Comisión Especial sobre Casinos que, el 14 de mayo del 2004, propuso la integración del Instituto Nacional de Juegos y Sorteos.
¿Y QUIÉNES GANAN?
Por lo demás, ningún discurso de la “liberalidad” que se presenta como signo de una modernidad chafa y convenenciera, puede ocultar lo evidente: con los casinos y el juego en todas sus variantes, quienes más ganan son las mafias, las ilegales y las “legales”.
Los escasos beneficios son de suyo relativos, colaterales y sin verdadero impacto en la economía, y menos en el desarrollo nacional, en el sentido amplio y compartido que debe tener.
Muy al contrario, el saldo es negativo para la sociedad, sin sombra de duda.
LA RIDÍCULA “INSPECCIÓN”
Y en un contexto social y económicamente pernicioso, la “inspección” de los casinos es de suyo deficiente (prácticamente inexistente, por lo que se puede imaginar).
En el 2013 la Secretaría de Gobernación contaba con apenas 60 inspectores para constatar la legalidad de miles de juegos y sorteos, y ubicar a los establecimientos ilegales. Actualmente no sabemos cuántos sean.
Así las cosas, mientras la debida vigilancia, por lo menos, es a todas luces deficiente y hay notoria permisibilidad y complicidad de los gobiernos involucrados, las graves consecuencias económicas y sociales se agravan sin solución a la vista.
EN EL TINTERO
– Relevante, sin duda, la campaña que el DIF Sinaloa ha puesto en marcha para recuperar a los niños y jóvenes de la calle. Se empieza a ver la vocación de servicio y la capacidad de trabajo de la doctora Eneyda Rocha Ruiz.
– Los cuarenta del congresito local de Sinaloa, totalmente de acuerdo en mantener la expectativa de seguir en el presupuesto (y son capaces de subir el número de diputados a cien) ([email protected]).