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Otra vez el tomate

Otra vez el tomate. Otra vez el campo sinaloense en el radar de las decisiones políticas de Estados Unidos. Y otra vez, Donald Trump lanzando una...

Víctor Torres
Línea Directa | Víctor Torres, director general de Línea Directa.

Otra vez el tomate. Otra vez el campo sinaloense en el radar de las decisiones políticas de Estados Unidos. Y otra vez, Donald Trump lanzando una nueva amenaza arancelaria contra uno de los productos más nobles del campo mexicano.

Sinaloa cosecha alrededor de 800 mil toneladas de tomate al año. No es solo un dato. Es el sustento de cerca de un millón de empleos que dependen directa o indirectamente de este cultivo. Desde el trabajador agrícola que empieza su jornada antes del amanecer, hasta el exportador que negocia precios en dólares.

Un golpe al tomate es un golpe al corazón agroalimentario de México. México exporta alrededor de 3 mil millones de dólares en tomate fresco cada año, lo que hace de esta hortaliza uno de los pilares del comercio agrícola bilateral.

Pero la historia no se acaba en la frontera. Del lado estadounidense, también hay mucho que perder.

Un arancel no solo encarece los precios para el consumidor estadounidense; también sacude a una agricultura que ya viene en caída. El propio Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) reportó que, en 2024, el número de predios sembrados cayó 5 por ciento. No es poco.

Y no es casualidad. Por más tecnología que tengan, los agricultores estadounidenses enfrentan una realidad que no mejora. Altos costos de producción, escasez de mano de obra y una producción que ha venido a menos. Mientras tanto, el tomate mexicano es de mayor calidad, más fresco y más competitivo.

Pero ojo: Los productores sinaloenses también deben prepararse: Diversificar mercados, mejorar procesos, capacitarse y, sobre todo, defenderse legalmente ante decisiones unilaterales que pueden acabar con años de esfuerzo.

El gobierno mexicano, por su parte, debe hacer lo que le toca. Urge una estrategia integral: defensa diplomática, asistencia técnica, financiamiento al productor y acompañamiento real. No basta con decir que se apoya al campo; hay que estar ahí cuando más se necesita.

Este nuevo arancel no solo pone a prueba la fortaleza del tomate mexicano. También mide la capacidad de respuesta de un país que, más allá del discurso, sostiene buena parte de su economía en el trabajo del campo y en sus exportaciones agrícolas.

Aquí, lo que realmente está en juego es una red de intercambio que alimenta, emplea y conecta a millones de personas en ambos lados de la frontera.

Fuente: Internet

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