A estas alturas, el escándalo de los libros de la SEP se encuentra en la conversación pública. El encargado de crear los contenidos de los nuevos libros de texto gratuito para educación básica es el señor Marx Arriaga. Un nombre no es necesariamente el destino final para su portador.
Tampoco es una definición de la personalidad del nombrado; sin embargo, para el caso de Marx, su apelativo es inherente a sus acciones.
Los libros de texto gratuito de la SEP siempre han estado llenos de ideología. Durante décadas, el PRI formó a las juventudes mexicanas en los mitos fundacionales históricos de personajes históricos que ayudaron a construir el nacionalismo ramplón que sirvió como base a toda liturgia política en México. Fue tanto su éxito que el propio López Obrador (formado en esos libros) mantiene una visión de país creada desde las alturas del priato. Él mismo reconoce que sin los libros de la SEP su formación no fuera lo que hoy es. Millones de mexicanos se formaron con los mitos de la grandeza de Juárez, las utopías de Madero, los abnegados revolucionarios y el Estado benefactor.
Con Acción Nacional, las cosas no fueron distintas. En el sexenio de Vicente Fox se utilizaron los libros de la SEP para hacer más grande el triunfo en las urnas del ex presidente. No podía ser diferente con este gobierno. Sobretodo, si consideramos que la actual administración realiza cualquier movimiento con acciones hiperideologizadas. Marx Arriaga se paró sobre las enseñanzas de su tocayo alemán para cincelar en las mentes de los pequeños la lucha de clases; el materialismo histórico sobre las malvadas ciencias neoliberales y la normalización de la mediocridad como alternativa al malvado aspiracionismo. Poco faltó para cerrar los libros con un epílogo que enseñara a cantar a las juventudes La Internacional (himno de la lucha de clases).
México no es un caso único. La mayoría de los países con libros de texto gratuitos tienen sus respectivas polémicas sobre cómo abordar determinados temas: En Turquía tienen diferencias sobre su visión para tratar el Imperio Otomano; Alemania sostiene tabúes importantes por la forma de enseñar el nazismo; en España, las regiones del país consideran que no se les ofrece suficiente importancia a la historia regional y así podemos utilizar un enorme etcétera.
Personalmente, el tema de la ideología no lo considero tan peligroso; sin embargo, cuando la ideología impide el desarrollo de las habilidades en ciencias y matemáticas sí tenemos problemas muy serios. México es de los últimos lugares en el desarrollo de habilidades matemáticas entre los miembros de la OCDE según los exámenes estandarizados de PISA (Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes, por sus siglas en inglés).
Para el señor Arriaga (Marx para los camaradas), las matemáticas son una herramienta opresora del capitalismo salvaje. Las matemáticas tendrían que ser una herramienta útil que ayude a mejorar las capacidades de análisis para la niñez; para los adoctrinadores, pensar de manera analítica puede convertirse en un peligro para los regímenes hiper ideologizados. Las matemática aportan elementos de libertades individuales que muestran que un mismo problema se puede resolver por diferentes métodos utilizando toda la creatividad posible; sin embargo, en un régimen de pensamiento único la idea de métodos diferentes es revolucionaria en si misma.
Las verdaderas víctimas de despreciar a las matemáticas (conste que no estamos analizando el tema de las habilidades lectoras: otro bodrio detectado en los libros de texto) serán, una vez más, las clases más desprotegidas. Las clases medias y altas podrán tener acceso a ofrecer a sus hijos alternativas de educación complementarias o suplementarias a lo ofrecido por el gobierno.
El mercado laboral, académico y hasta personal seguirá castigando a los que no tienen herramientas suficientes para crecer dentro de un mundo competitivo que demanda cada día más conocimientos en áreas técnicas y especializadas. Bajo la premisa del régimen de la 4t, el futuro de alta automatización, robótica, inteligencia artificial, logística especializada, exploración aeroespacial, etc. se enfrentará con mera ideología y litros interminables de saliva. No hace falta aprender a programas cuando le puedes recitar de memoria El Capital al robot que desplazará los trabajos; eso sí, los formados por los libros de la SEP podrán organizar a los robots en sindicatos para enfrentar al burgués que quiere someter a los camaradas eléctricos a sus caprichos: todo sea por el lucro.
¿Usted qué opina, amable lector? ¿Las matemáticas y las ciencias son elementos opresores del capitalismo? ¿Está listo para ayudar a fundar el SURM (Sindicato Único de Robots y Máquinas)?