En mis años de secundaria y prepa utilizar tenis de la marca Converse era una abierta invitación para ser bulleado (recibir carrilla en aquellos tiempos). La mayoría de mis compañeros de generación estábamos embelesados con las marcas Nike y Reebok; no había más. Quien utilizara cualquier otra marca estaba fuera de moda. Cabe señalar que fuimos parte de la primera generación que tuvo acceso a esas marcas después de la apertura comercial de México.
Antes solo podías acceder a ese calzado deportivo a través de la falluca. Cuando el mercado abrió, nos enamoramos perdidamente de la marca de la palomita.
Uno de mis compañeros de mayor edad en la preparatoria utilizaba tenis Converse para jugar basquetbol (creo que le decían Monky). Lo veíamos de manera extraña. Era el único del equipo de basquetbol que usaba ese tipo de calzado. Genuinamente se veía obsoleto. No eran tenis cool a nuestros ojos (Aesthetic, le dice la chaviza hoy). Alguien me explicó que usaba esos tenis por honrar alguna relación con su padre. Nunca supe bien, pero entendí que era más por un asunto personal que un asunto de elección de moda; precisamente eso representaban los Converse: un recuerdo de nuestros padres. Un vínculo con el pasado. Ningún joven quiere tener los mismos gustos que sus padres. Los Converse eran de una generación anterior y no queríamos tener nada que ver con ellos.
Ya en la universidad un maestro me explicó de manera clara y sencilla porqué nuestra generación odiaba todo lo que tenía que ver con la inmediata anterior. Nos puso dos ejemplos. Nos preguntó
qué preferíamos: vivir en una casa de principios del Siglo XX con su arquitectura clásica y amplios salones, o si por lo contrario, preferíamos vivir en una casa de los años 80’s con su arquitectura cuadrada y aburrida. En el segundo ejemplo nos preguntó si queríamos tener un tocadiscos de los años 70´s en nuestras salas para adornar la estancia, o si preferíamos tener una de esas vitrolas antiguas de nuestros abuelos como mueble decorativo. La mayoría de la clase eligió la casa de principios de siglo y la vitrola antigua en nuestras salas.
Para finalizar, el profesor argumentó que las relaciones con nuestros abuelos tienden a ser mejores que las que tenemos con nuestros padres. Mientras sentimos cierta afinidad con las historias de los abuelos, las ideas de nuestros padres nos parecen obtusas y desfasadas, sin embargo, de manera irónica los tiempos e ideas de nuestros abuelos nos parecen seductores.
Hoy regresaron los tenis Converse. Es la tendencia. Los tenis Nike siguen en el mercado, pero la presencia de los Converse son objeto del deseo de miles de jóvenes. Ya no están pasados de moda. Regresaron a ser tendencia. Los padres del ayer son los abuelos de hoy y sus ideas revivieron con fuerza. Los Converse no cambiaron mucho con el paso de los años. Siguen siendo prácticamente los mismos. Lo que cambió fue la sociedad. Desprecia la moda inmediata anterior.
Incluso los tenis Nike más cotizados son los Jordan, uno de los primeros modelos de la marca. Los jóvenes no quieren nada con nuestras ideas, pero abrazan con más fuerza a las de sus abuelos (los padres de mi generación).
Los tenis Converse fueron obsoletos en mi juventud, lo mismo que el modelo económico nacionalista/populista. Crecí en una economía con una amplia presencia del Estado y una eterna inflación. Muchas empresas eran propiedad del gobierno y estaba prohibido el libre mercado (por eso recurríamos a la falluca. No podíamos encontrar un chocolate Snickers en todo México). Nos cansamos de un modelo económico generador de inflación, cerrado y con miserias. Terminamos odiando el discurso nacionalista y el conformismo de aceptar la mala calidad en aras de apoyar lo “mexicano”. Era obvio que el modelo económico de México heredado por la generación pasada no tendría eco entre nosotros. Mil veces el mercado a estar en manos de un Estado cerrado y cursi.
No queríamos escuchar ni de broma al socialismo o los discursos de Fidel y el Che que tanto adoraban en nuestra generación inmediata anterior.
El tiempo pasó. Mi generación dio paso a otra. La nueva camada creció con las libertades del mercado. Se acostumbraron a él. Redescubrieron a los Converse en los armarios de los abuelos y decidieron regresarlos. Junto con los Converse desempolvaron las ideas de un pasado donde el Estado, en apariencia, cuidaba a los mexicanos. Donde el malvado capitalismo estaba controlado por políticos nacionalistas y buenos. Fidel y el Che ya no eran viejos trasnochados, ahora son inspiración de una idea romántica. El ciclo inicia de nuevo.
¿Usted qué opina amable lector? ¿Converse o Nike?