Culiacán, Sinaloa, 25 de marzo 2024. Mientras villamelones educativos (de los negocios son primero, por ejemplo), a más de presuntos “especialistas” de lo que en realidad no conocen más allá de la superficie, o enviados de la colonia intelectual, hacen propaganda de la crisis educativa en nuestro país, las cuestiones de fondo son de plano marginadas.
Necesario, pues, hacer algunas precisiones para, cuando menos, contribuir a la discusión, por ahora ausente, en el plano ciudadano, con la oficialidad, los “medios” y organismos realmente interesados.
Veamos: como bien apuntan Abbagnano y Visalbergui, en su Historia de la Pedagogía (FCE: 1969) por “cultura” entendemos “el conjunto de técnicas, de uso, de producción y de comportamiento, mediante las cuales un grupo de hombres puede satisfacer sus necesidades, protegerse contra la hostilidad del ambiente físico y biológico y trabajar y convivir de una forma más o menos ordenada y pacífica. Se puede decir, asimismo, que una cultura es el conjunto, más o menos organizado y coherente, de los modos de vida de un grupo humano; entendiendo por “modos de vida” lo ya dicho, es decir, las técnicas de uso, de producción y comportamiento (el resaltado es mío). Las reglas que definen estas técnicas constituyen lo que se denomina comúnmente usos, costumbres, creencias, ritos, ceremonias, etc.”
LA CULTURA SE ENSEÑA Y SE APRENDE
Y si la cultura “debe ser aprendida, o sea, transmitida en alguna forma”, resulta que “esa trasmisión es la educación”.
Por consiguiente, la educación, en el sentido amplio que naturalmente debe tener, no se limita a la escuela, al espacio académico, sino que transita por el hogar, la calle, la comunidad, el entorno donde hacen presencia las costumbres, los usos, los comportamientos.
La educación es, en efecto, cultural, pues es el acto, o el conjunto de actos, no solamente escolares, mediante la cual se trasmite precisamente la cultura (cuyo sentido es amplio y complejo).
LAS DESVIACIONES SE INTERNALIZAN
En consecuencia, si la cultura prevaleciente está permeada por desviaciones (por ejemplo, usos y comportamientos que juegan contra la sana convivencia), se ha distorsionado y sus prácticas sociales atentan contra la supervivencia colectiva (al menos de sus prácticas culturales originales) bien puede rebasar todo intento escolar (asumiendo que en ese espacio la noción de cultura es la que contribuye al progreso del grupo humano), pues el tiempo de la existencia extra escolar es más que el de la permanencia en una escuela.
Por tanto, es de suma importancia destacar la corresponsabilidad (si no es que la mayor responsabilidad) del entorno extra escolar y de todo lo que en ese entorno confluye: medios de comunicación, grupos, clubes, organizaciones, religiones, etc., que de común evaden cualquier responsabilidad (que la tienen, sin duda) en el deterioro cultural y educativo.
PERO NO SE VE NI SE OYE
La promoción desenfrenada del consumismo, la distorsión de la competencia, las desviaciones que sin asomo de duda propician medios irresponsables, la publicidad que usa lo que sea para lograr mercado y ganancia, son, entre otros, factores que los villamelones prefieren marginar porque les pondría en oposición a quienes les patrocinan.
Se ha dicho y reiterado: el uso que deriva en abuso de las llamadas “redes sociales” ocasiona graves daños neuropsicobiológicos, a los usuarios en general, y particularmente a niños, adolescentes y jóvenes.
Los efectos son negativos, por más que se quiera reivindicar a las tales “redes”; provocan depresión, déficit de atención, baja de rendimiento en todos los órdenes de actividad, incluso en adultos; deserción escolar, adicciones, primero a juegos aparentemente permisibles, aunque la mayoría incitan a la violencia, y luego a la ludopatía que muchas amas de casa padecen (también hombres, desde luego).
Disminuyen las horas de sueño y se expresan sentimientos anti sociales, la incivilidad aparece; los individuos, desde infantes hasta ancianos atrapados en las “redes”, tienen dificultad para la toma de decisiones y distorsión de la personalidad.
DETERIORO CULTURAL EN ASCENSO
De la llamada “ciberadicción” son víctimas los escolares cuyos padres les han proporcionado teléfonos celulares, “tablets” y “Ipads”, a temprana edad, cuando todavía los niños no tienen el suficiente discernimiento.
Al agudizamiento de los problemas derivados del abuso de “redes” y aparatos, contribuyen, sin asomo de duda, los medios que ven rentable la promoción del morbo, la tontería y la liviandad en el entorno social.
Las agresiones, imitando el accionar de ciertos juegos, la gran mayoría, se dan en los patios escolares, como es ampliamente sabido. Los lamentables y penosos pleitos con violencia, incluso entre niñas, son material de las tales “redes” y mueven a la risa y jolgorio de quienes los ven y festejan, en un claro reflejo del deterioro social y cultural que vivimos.
EN EL TINTERO
-“En el asunto de levantones y secuestros de familias en Culiacán, que ya están apareciendo todos sin mayor problema, y que no quieren presentar denuncia, hay gato encerrado, ‘culebra en el agua’, como se dice. Se tiene que investigar a fondo”. (Héctor Mendoza).
-La única apuesta que le queda al llamado Fuerco, el Prianredé y sus patrones es la desestabilización, crear una crisis para cuestionar las elecciones. Van a seguir, pero no se podrá, con todo y lo que hagan.
-México debe exigir visa a estadounidenses y canadienses. Trato parejo ([email protected]).