Los promedios de carreras anotadas por jornada de manera global en la Liga Mexicana de Beisbol han estado arriba del centenar prácticamente desde el arranque de temporada. Algunos encuentros han arrojado marcadores tan escandalosos como las pobres asistencias a diferentes parques, por no involucrar a todos porque existen excepciones muy contadas.
Usted seguramente se preguntará si existen los resultados cerrados por diferencia de una o dos carreras, y les diré que sí, pero muy escasos. Pero las pizarras apretadas son más comunes de un 11-10 o algo por el estilo, quedando solo para el recuerdo aquellas pizarras de 1-0 o 2-1, por citar solo dos ejemplos.
Tan escandalosos resultan algunos desafíos, que a veces las diferencias vienen siendo hasta de 15 anotaciones. Y para muestras más recientes, el 20-6 que Durango le aplicó al Unión Laguna apenas el miércoles.
Para nada nos sorprende que esos marcadores se registren de manera cotidiana. La “calidad” del pitcheo contribuye a convertir algunos juegos en auténticos hipódromos, insisto, con sus pocas excepciones, porque al menos existen lanzadores cuyos promedios de efectividad están muy separados de esos indecorosos resultados.
Podría pensarse que el líder de efectividad -con esas pizarras- pudiera registrar números altos, pero no es así. El exligamayorista Trevor Bauer (Diablos), quien tal vez en cualquier momento puede dejar a los Diablos Rojos para volver al big show, está a la cabeza con un 1.53. Y es que el exserpentinero de los Dodgers llegó a una liga que le está quedando demasiado chica.
En bateo Robinson Canó transita por una situación similar. Su adhesión a los capitalinos para formar una dupla sin comparación alguna al lado de Bauer, también encontró un oasis en medio del desierto que podría abrirle las puertas de regreso a las Grandes Ligas, como para un retiro más decoroso. El dominicano encabeza el bateo individual con impresionantes números de .425, un porcentaje que en años anteriores era muy difícil mantener sobre el ecuador del calendario regular.
Tanto Bauer como Canó se cuecen aparte, mientras que otro gran número de extranjeros y nacionalizados ofrecen promedios regulares tirándole a pobres.
Pero si de promedios continuamos redactando, no tendríamos por qué dejar a un lado las asistencias, que no desentonan en cuanto a los porcentajes de bateo y pitcheo.
El promedio de entradas a los inmuebles fluctúa entre los dos mil y dos mil quinientos por juego. Y al realizar ese balance hay equipos que se benefician con esa ecuación (Dorados, por ejemplo), castigándose a escuadras como Tijuana y Monclova, cuya aportación con sus registros de entre cuatro y cinco mil fanáticos, hacen posible que a todos se les pueda ver con entre las 20 centésimas.