En la más reciente gira del Presidente Andrés Manuel López Obrador, fue más allá de la cortesía política al tender con su mensaje un velo protector al gobernador Quirino Ordaz Coppel y quitarle a sus opositores una de las principales banderas que tendrían dentro de sus estrategias para relevarlo.
En uno de sus mensajes, el mandatario dijo sobre el gobernador de Sinaloa que “estamos trabajando de manera coordinada. La verdad felicito al pueblo de Sinaloa por tener un gobernador como Quirino Ordaz, una gente que gobierna con pasión, con ganas. Para todo en la vida se necesitan ganas, más para el servicio público”.
¿Qué dirán en este momento Rocha, Imelda, Gerardo, Raúl y cada uno de los aspirantes a convertirse en el candidato o la candidata de Morena a la gubernatura de Sinaloa?
Pero sobre todo, qué dirá el que sea el candidato del partido del Presidente durante su campaña formal, cuando en un discurso pretenda enderezar una crítica a Quirino.
O en un debate público entre los candidatos cuando cuestione al gobernador priista y su contraparte le presuma lo que dijo AMLO de él en su reciente gira.
Ya en el mes de agosto, en la otra gira del Presidente por el estado, dijo que Quirino no se metía en politiquería, en la grilla, sino en el trabajo, lo que se entendió como una reciprocidad ante el deslinde de éste del bloque opositor de gobernadores.
¿Pero qué motivó a López Obrador a extender ese aval a Ordaz Coppel en pleno proceso electoral y en lo más intenso de la pugna interna morenista para designar a su candidato a gobernador?
En un personaje como AMLO no se puede pensar que haya sido una expresión espontánea en la que no midiera sus alcances y repercusiones electorales.
Dirán que el gobernador también ha sido generoso en los reconocimientos a López Obrador, y es cierto, pero por lógica, porque ante su popularidad sería contraproducente, las baterías de quienes sean los candidatos del PRI no serán dirigidas contra el Presidente.
No es el caso de los morenistas, que tenían en el gobernador a su principal objetivo. Ni modo que vayan contra los diputados locales, pues tienen mayoría en el Congreso, o contra la bancada sinaloense de legisladores federales, donde son mayoría, o contra los alcaldes de los principales municipios del estado, que también son morenistas.