Culiacán, Sinaloa, 06 de julio 2020. Para el ciudadano común y corriente, el problema es simple: mientras no se combata la corrupción con toda energía, desde abajo hasta arriba y al revés, en todos los ámbitos y niveles, las cosas no van a mejorar.
Este país tiene mucho, muchísimo tiempo, de ser, en ese aspecto, “un cochinero” que ningún gobierno, alternante o continuista, ha podido o ha querido, resolver en serio.
La corrupción y la impunidad galopante, la matriz de las desviaciones que a duras penas se sobrellevan, ha permanecido prácticamente intocada y sigue siendo la “mecánica nacional” que rige la vida de nuestra nación.
Que un sexenio (luego dos) era poco para abatir la escalada de corruptelas y violencia, sin solución de continuidad, dijeron los panistas en su momento y, hasta ahora, pretexto semejante se cocina con el gobierno que se acerca a los dos años.
Será, pero es claro que, si de cambios efectivos se tratara, al menos estaríamos viendo señales, referentes que nos alejaran del drama cotidiano. Eso no sucede y estamos iguales o peor que antes, así se responda con la mirada complaciente y acrítica de adherentes que rondan el fanatismo irresponsable.
Pese a todo, apoyar el cambio prometido (que aún no se ve); rechazar un sistema que por décadas ha explotado al pueblo (y que sigue haciendo de las suyas); conceder el beneficio de la duda al nuevo gobierno, parece ser, todavía, una apuesta de la crítica consecuente.
DEJAR ATRÁS LAS DISCULPAS
Por lo pronto, lo que hay son disculpas recurrentes, palabras que están quedando en el vacío y la retórica de las culpas ajenas, que no por reales y ominosas significan descargo de la responsabilidad actual.
Sin embargo, quienes se han colgado de los recientes sucesos y han llegado a pedir, incluso, la renuncia de AMLO, están ciertamente equivocados y hacen uso de un “argumento” hasta ahora insostenible.
Ante ello, lo que procede es, de entrada, reconocer lo que pasa, no solamente señalando los graves errores del pasado, sino autocríticamente y, segundo, proceder a examinar con sumo cuidado lo que está propiciando que una situación a todas luces condenable, permanezca casi sin cambio.
México apostó por una transformación verdadera y López Obrador tiene la responsabilidad histórica de responder y cumplir. Es hora de actuar y salir al paso de incapacidades y desviaciones de sobra conocidas en los aparatos de gobierno.
Y PROCEDER EN CONSECUENCIA
Hace unos días, al ser cuestionado sobre los aspectos que más destaca en su administración a dos años del histórico triunfo, AMLO recalcó que “el combate a la corrupción es importantísimo porque estoy convencido que se trata de la peste, hablando en términos de epidemias, además es la peste más funesta que ha afectado a México”. Tiene razón.
Y sobre las más recientes y escandalosas corruptelas del aparato de justicia, el presidente afirmó que se va a proceder: “Se tienen las pruebas”, dijo; “tiene que castigarse a los responsables, es un delito gravísimo. Y espero que se actúe, espero también que se ventile, porque la justicia no es sólo castigar al responsable, es también evitar la repetición del ilícito”, agregó.
PARA QUE NO SE REPITA
AMLO se refirió a los casos de corrupción más recientes y aclaró que lo hizo público “para evitar que se repita este ilícito”, porque antes “se cometían actos de corrupción y los involucrados ni siquiera perdían su respetabilidad”.
Y el viernes pasado: “me molesta mucho enterarme de casos de corrupción. Todavía después de 19 meses estoy encontrando corrupción”.
Tiene razón, sin duda. La corrupción del “aparato de justicia” (y no solo) es de sobra conocida y actuar en consecuencia, con toda la energía del caso, sería una señal valiosa en el combate efectivo a ese lastre histórico. Esperemos.
EN EL TINTERO
–Con el festinadoT-MEC, una copia del TLCAN adicionada con los ventajosos requerimientos de Estados Unidos y Canadá, el neoliberalismo está más que vigente, sin sombra de duda.
-Mañana llega AMLO a Washington para su visita a Trump. Que no planea reunirse con migrantes, dijo, pues solamente se apegará a la agenda acordada con el inefable presidente de Estados Unidos. Ya veremos el balance de un viaje que ha recibido críticas tanto allá como acá.
-Trump está echando mano de cuanta artimaña y trampa puede para reelegirse y está llegando a extremos. ¿No lo sabe AMLO, ni sus asesores, si los hay?
-Christopher Landau, el embajador de Trump en México (el oficial, pues extraoficiales parece que hay otros) puede decir que está “harto de los que insisten en tergiversar mis (sus) palabras”, pero no hay duda del papel que juega en un país que Estados Unidos sigue considerando como su “patio trasero”.
-Peor, mucho peor, que el coronavirus mentado es la estridente negligencia, la incapacidad, limitación de miras y cortedad intelectual de los gobiernos en prácticamente todo el mundo. La “clase política” en plena evidencia de su inutilidad para lo fundamental.
-De que el gobierno sigue solapando sin rubor a la banca en México, no hay la menor duda y eso, les guste o no, también es corrupción y de lo más dañina en este país.