Mucho se habla acerca de la dependencia emocional y de cómo es que llegamos a construir vínculos afectivos con los demás. Por lo general, cuando se toca este tema, se hace referencia a relaciones “tóxicas” o neuróticas en las que suceden historias dignas de una película de terror.
Sin embargo, existe una forma en la que podemos ser dependientes sin tener que caer en estas conductas o hábitos insanos y que incluso nos ayuda a crecer y a reforzar nuestra seguridad y autoestima. Se trata de la interdependencia emocional.
Presentar dependencia no es por sí solo algo negativo. Todos, sin excepción, experimentamos necesidad y dependencia hacia los demás en todas las áreas donde construimos vínculos sociales o afectivos (pareja, amigos, familia, etc.), y al mismo tiempo es normal que otras personas desarrollen cierta dependencia hacia nosotros. Esto es perfectamente normal y hasta saludable cuando se combina con estados de independencia. Cuando este equilibrio se da en la pareja, cada una de las partes tiene la capacidad de apoyar al otro ofreciéndole entendimiento y apoyo. Esta conducta favorece la confianza de cada uno e incluso puede fortalecer la relación.
En el otro extremo, tenemos las relaciones codependientes donde ambos pierden la libertad de decidir y caen en una especie de esclavitud reciproca donde cada uno tiene (o intenta tener), el control del otro.
En la codependencia, hablamos de relaciones donde únicamente existe necesidad mutua. “Sin ti no puedo vivir, y sin mí no puedes vivir”. Ante esto, la pareja cae en un círculo donde cada uno busca solamente satisfacer sus necesidades en el otro sin lograrlo, acrecentando cada vez mas su dependencia.
Las parejas interdependientes.
Cuando existe amor en una pareja es normal sentir apego o necesidad, querer estar cerca del otro, preocuparse y hasta llegar a depender. Hasta aquí, pareciera que estamos refiriéndonos a una relación codependiente. Pero entonces, ¿Cuál es la diferencia?
En una relación independiente la decisión se reparte entre ambos de forma equilibrada y en este equilibrio cada uno se hace responsables de sus propios sentimientos y emociones y también de lo que aportan a la relación.
Las parejas interdependientes tienen el nivel de autoestima necesario para no basar la relación en querer controlar al otro. Aprende a convivir con sus diferencias sin intentar obligar al otro a su propio punto de vista. Esto, los lleva a saber escuchar las necesidades y puntos de vista de su pareja sin criticar ni invalidar.
En una pareja interdependiente existe el mutuo respeto y el apoyo por los objetivos y metas de cada uno y así como cada quien tiene su propio proyecto, ambos colaboran y se comprometen con el proyecto común de pareja.
Lograr una relación interdependiente puede no ser fácil, pero es perfectamente posible en la medida en la que cada uno se comprometa con su crecimiento personal.
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Te dejo un abrazo.
Juan José Díaz / Psicólogo y psicoterapeuta