Tomateros y Naranjeros se convirtieron en los finalistas al dar ese paso tan importante como envidiable, pulverizando todos los pronósticos que daban a Hermosillo y Ciudad Obregón, como los protagonistas de la fiesta grande en enero, por todo lo que hicieron y se comportaron a lo largo del calendario regular. Por eso el beisbol es tan hermoso como apasionante, pero impredecible.
Los dos equipos más ganadores de campeonatos en la historia de la Liga Mexicana del Pacífico frente a frente. La rivalidad entre ambos es rica, interesante y atractiva. Será la sexta confrontación titular y mire usted que existen muchas cuentas pendientes que no se saldan con una serie de campeonato. Esto va más allá.
Aquí está en juego más el orgullo y eso lo saben tanto sus directivos como aficionados. Es la guerra de guerras y la veremos en una posición muy bien balanceada. Hermosillo busca el 17, Culiacán el 13. Aquellos no llegaban desde el 2014; Culiacán lo convirtió en costumbre desde que Benjamín Gil apareció en esta faceta de timonel.
Gil puede llevar ventaja sobre el piloto naranjero Juan Navarrete en ese, pero el “kilitos” –como le apodan- al duranguense quiere dar un golpe de autoridad y esta puede ser su máxima oportunidad. Juan ha dirigido a varios equipos en este circuito pero con ninguno ha tenido la fortuna de probar las mieles de un gallardete.
Ya estuvo en el banquillo Guinda y no solo como refuerzo como aquella Serie del Caribe de 1978 en Mazatlán, sino dirigiendo a los Tomateros. Navarrete supo mover muy bien todas las piezas en Hermosillo y allí están los resultados. Está más cerca que nunca, pero no será una tarea fácil contra un Culiacán que en pleno calendario regular nadie lo colocaba en estas instancias, pero que cambiaron totalmente el chip en la postemporada.
Benjamín se ha convertido en una especie de “Rey Midas”, toda final que toca, la convierte en oro. Se ha especializado en eso y sus vertiginosos triunfos muy pronto lo podrían colocar como el mánager más ganador.
Refuerzos. Sus razones tendrá Benjamín Gil para haberse inclinado por un pitcher como Derrick Loop como refuerzo para la serie final y no por un pitcher abridor. Aquí solamente ratificó todo su respaldo a Anthony Vázquez y eso habla muy bien de él, con todo y que el zurdo no ha estado tan efectivo en sus últimas dos apariciones.
Me da la impresión de que con Loop hubo una especie de negociación o acuerdo cuando salió del roster una semana antes de concluir la campaña regular. Aquella vez Culiacán necesitaba definir a sus tres extranjeros y Derrick fue el sacrificado para incluir a JC Ramírez como refuerzo, cuando renunciaron al derecho de elegir en la primera ronda.
Loop se fue al beisbol dominicano seguramente con la promesa del tijuanense de que, de avanzar a la final, lo reincorporaría a las filas Guindas. Solo así puede explicarse uno su decisión de renunciar al draft con jugadores de Obregón y Monterrey, si sus intenciones eran las de amarrar un relevo zurdo.
También para algunos fue sorpresa la elección de los Naranjeros, que en plena semifinal perdieron a su pitcher estelar Juan Pablo Oramas a causa de la pandemia, al optar por un bateador como Víctor Mendoza y no un sustituto para Oramas. Mendoza, quien le bateó junto con Carlos Sepúlveda y Leandro Castro bastante bien al pitcheo de Culiacán, le viene a dar más profundidad a ofensiva.
Seguro el timonel Juan Navarrete sabe que Oramas podría estar listo sino para el arranque, sí para un tercer partido, y eso los llevó a reforzar su ofensiva.
Castro habría sido una tremenda adquisición y le hubiese dado más respeto aún al orden al bat de Culiacán. Aquí los movimientos hubiesen sido enviar a Wing al bosque central y bajar a Menéses a la antesala.
Suposiciones de un servidor nada más, en un ejercicio de jugar al papel de manager de tribuna.