Felipa Velázquez López, nació en La Noria, municipio de Mazatlán, el primero de mayo de 1882. Y aunque autodidacta llegó a ser profesora, compositora y poeta, pero también pionera del movimiento agrarista en 1930, por lo que pagó con cárcel. Los hechos fueron en el Valle de Mexicali, Baja California, en 1930.
Acusada de quemar un puente de madera fue detenida junto con sus hijos Francisca, Felipe, Soledad y Narciso y diversos dirigentes agrarios, para ser enviados a las Islas Marías.
En 1928, Felipa Velázquez López había llegado a la comunidad de Álamo Mocho en el Valle de Mexicali, una región dominada por la Colorado River Land Company, empresa norteamericana que se ganó el título de “el rancho algodonero más grande del mundo” donde los mexicanos procedentes de los estados de Oaxaca, Michoacán, Nayarit y Sinaloa eran relegados a ser simples peones.
La quema del puente fue el pretexto. Desde su llegada al Valle de Mexicali, Felipa destacó en la organización de los grupos campesinos que realizaban reuniones de manera clandestina para luchar por la dotación de tierras de lo que hoy son los ejidos Cuernavaca e Islas Negras. La represión sufrida es reconocida como el antecedente del movimiento agrarista llamado El Asalto a las Tierras, en Baja California cuyo acto más representativo fue llevado a cabo el 27 de enero de 1937, con la toma y posterior repartición de las tierras de cultivo del Valle de Mexicali, por el gobierno de Lázaro Cárdenas del Río.
Por su participación en la lucha social, el nombre de Felipa Velázquez López se encuentra en el Muro de Honor del Congreso de Baja California en un sitio definido como Sala de Mujeres Forjadoras de Baja California al servicio de la Patria.
Felipa no quiso que su vida fuera igual a la de sus ancestros o de sus padres que no conocieron alguna letra, según reseña en el artículo “Carta a un creyente” publicada en el periódico anarquista Avante, en la que de manera autobiográfica responde a una lectora, que a los diez años de edad ya rezaba de memoria los libros eclesiásticos y a los 12 puso una escuela con más de 50 niños a quienes enseñaba doctrina.
Felipa Velázquez López, nació y murió en Mazatlán en una época donde las mujeres tenían dominio patriarcal, donde sólo estaban destinadas para el alumbramiento, la atención al marido y atender la casa.
Fue poeta y revolucionaria. En su obra Convocatoria a la Mujer refiere que fue la hija del pueblo, de padres proletarios y pide a todas las mujeres conscientes y decididas a participar en las filas libertarias haciendo para luchar por el bienestar, la felicidad y la emancipación de la mujer:
“Venid, pues, compañeras, a luchar a nuestro lado a engrosar las filas libertarias que enarbola la roja bandera de Tierra y Libertad que es la defensora del oprimido y explotado, y solo así llegaremos a obtener la verdadera felicidad, que se encuentra en la anarquía que es la Libertad, Igualdad y Fraternidad”.
En los próximos días el nombre de Felipa Velázquez López quedará inscrito en letras doradas en el muro de honor del Congreso del Estado de Sinaloa.