La semana pasada, analistas y columnistas anticipaban el “inminente” regreso de Jesús Estrada Ferreiro a la alcaldía de Culiacán. “Viene en firme el resolutivo”, “Lo van a reinstalar porque es la propuesta del Magistrado presidente”, “Nadie detiene el regreso de Estrada” leí en algunos medios de comunicación. Fallaron.
Envalentonados, los pocos simpatizantes que le quedan a Ferreiro escribían en redes sociales cosas como: “Juan de Dios, agarra tus cosas y te vas”, “Se hará justicia”, “El pueblo pone, el gobernador quita, el pueblo lo vuelve a poner”. Ilusos.
Como es su costumbre, el desaforado presidente mandó un mensaje en sus redes sociales. Lo de siempre, culpando a las instituciones, llamando corruptos a los del Poder Judicial, corruptores a los del Poder Ejecutivo y títeres a los integrantes del Legislativo. Para él, todos son culpables de sus desgracias, todas las instituciones públicas son artífices de una injusticia que traspasa las fronteras sinaloenses para, con el poder de las influencias y el nepotismo, siempre resolver en sentido contrario al interés de su causa.
Es la imagen de un exalcalde que solía ser grosero, cascarrabias y arrebatado contra la prensa, pero hoy es dócil, sumiso y agachón con los medios de comunicación quienes cada vez cubren con menos interés el caso que tiene perdido.
Estrada supone que el pueblo ha olvidado sus arrebatos, las palabras hirientes con las que trató a las mujeres viudas de policías y a los propios elementos en retiro, piensa que nos olvidamos de las maneras toscas cuando se refería a los jubilados que buscaban un descuento en la junta de agua, o a todos aquellos que persiguió desde su pequeño ladrillo por no comulgar con sus ideas, cuando se sentía un reyezuelo todo poderoso.
Por eso, cuando la última instancia legal que lo mantenía con la esperanza de regresar a la alcaldía le niega la posibilidad de reinstalarse, me alegro por sus presuntas víctimas, por la justicia que asoma la mano en una investigación que sigue en curso y un proceso legal que se está desahogando lentamente.
Es la historia conocida del victimario queriendo hacerla de víctima, el acusado queriendo acusar a quienes lo señalan y lo juzgan. Porque según sus disparatados dichos; agentes del ministerio público, la Fiscal General, jueces menores y mayores, magistrados locales y ahora los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial, se han puesto de acuerdo para “sacarlo del poder que le confirió el pueblo”.
Uno de los principales retos de Morena de cara a 2024, es blindar las candidaturas de políticos de este pelo. Incapaces para mantener el autocontrol, soberbios para con sus pares y nefastos a punto de vulgaridad para con la gente. No pueden darse el gusto de poner en las boletas a políticos que restan a un movimiento que es mucho más grande que sus talentos.
Estrada Ferreiro se quedó queriendo volver, y quería volver para llevarse lo que había dejado. O ¿Ya se olvidaron del tema de los camiones recolectores de basura adquiridos en lo que supone fue un esquema fraudulento y corrupto? Las investigaciones judicializadas en su contra buscan demostrar que no nada más era peleonero, sino que también fue pícaro. Luego le seguimos…
