Culiacán, Sinaloa, 27 de noviembre 2024. Durante todo el periodo llamado neoliberal, México vivió una crisis política que, quiérase o no, fue bastante más negativa que los despropósitos que hoy aún se expresan.
Se agudizó con el docenato panista y en el último sexenio priista porque los actores, desde el relleno a la marquesina, nada serio hacían para enderezar el rumbo. Tampoco les interesaba hacerlo, sino sacarle el mayor provecho personal y de grupo, en el apogeo de las corrupción.
En las entidades del poder delegado (también lo era el de la presidencia, aunque a otro nivel) más se aplicaban en abonar el terreno de la llamada “política real”, es decir, la que se aleja sin remedio de la ética.
En el tobogán del deterioro de las representaciones ciudadanas, pequeños actores fueron inflados por supuestos anhelos democráticos. Y los desenlaces fueron estrambóticos.
Justo es reconocer que esas dinámicas no se han desterrado del todo, pero también que las cosas ya no son iguales.
PERO NO SE HA IDO
Es cierto que aún aparecen personajes que, desde el peso de sus reales capacidades, son irrelevantes, pero se asumen necesarios en el circo de la simulación electorera. O al menos así lo creen sus infladores.
Ahora, a diferencia de aquellos tiempos, en el pecado se lleva la penitencia.
La cuestión de fondo es ubicar con claridad (porque implica una valoración y una toma de posición) a quienes, a sabiendas, recurren a la baja política de los políticos menores, los de la oportunidad y la mejor oferta, para lograr sus objetivos, evidentemente distantes del beneficio social.
No es dable dar por sentado que las coincidencias y las prácticas son ajenas a la intención política de fondo. La vox populi tiene al respecto consejas valiosas.
Y reacciones aparte, en un contexto de interlocución social que lucha por dejar atrás su ausencia, no hay sombra de duda de que, con sus alianzas y prácticas, los dirigentes ciertos corren el riesgo de colocarse al nivel de sus aliados de la circunstancia.
No hay lugar para la ingenuidad ni la argumentación aquella de que el fin justifica los medios.
IMÁGENES Y REALIDADES
Si bien es cierto que en política las imágenes se construyen, y con demasiada frecuencia no pasan de ser eso, también lo es que los alegatos de positividad, para que generen respeto, deben tener referentes de realidad.
Se pueden ubicar presencias y trayectos, pero de común la cuestión se complica cuando se trata de establecer una relación causal entre aquéllas y la capacidad probada.
Y la diferencia entre imagen y realidad se percibe con claridad: a fin de cuentas el hábito no hace al monje.
No se trata, entonces, de disfrazar mesianismos impropios sino de hacer un ejercicio, racional y desprejuiciado, para construir una alternativa recuperable para la ciudadanía de este sufrido país.
La política no está desprestigiada en grado sumo de manera gratuita. Los elementos que descalifican ese quehacer (ahora se lucha por recuperar su sentido original) están a la orden del día.
Lo rescatable, así las cosas, está por construirse. El camino está abierto, con todo y sus altibajos.
CON ESAS REELECCIONES
En enero del 2010 escribimos, a propósto de lo que se veía venir, que el país no estaba preparado para la reelección de diputados y presidentes municipales; tampoco de los demás concesionarios del poder público de todo nivel.
En nuestra incipiente democracia, dijimos, se impondrían los terrenales intereses, los clientelismos del poder relativo y del dinero, sobre todo.
Nuevas mafias se agregarían a las actuales políticas, que se “especializarían” aún más en el control de un electorado cuasi mecánico, con instancias que no son capaces de cumplir su función designada.
Era una propuesta calderónica que, desde nuestra realidad política, resultaba tramposa.
Ya se reeligen y en Sinaloa tenemos diputados y alcaldes cuya valía está lejos de ser demostrada.
Mucho cuidado se habrá de tener en el futuro inmediato.
EN EL TINTERO
-México debe revisar las concesiones y contratos con mineras y compañías canadienses, plagadas de irregularidades.
-Si nuestro gobierno actual mantiene sin concesiones la defensa de la soberanía nacional, las balandronadas trumpianas y canadienses en eso quedarán. La debilidad sería grave error.
-No para la campaña (aunque limitada al círculo del morbo y el mitote) de la llamada “comentocracia” contra Sinaloa, su gobernador y la presidenta. Plagada de mentiras y calumnias está instalada, esa campaña, en el descrédito absoluto. ([email protected]).