Según el último reporte del Inegi en la Encuesta de Ocupación y Empleo (ENOE), la población económicamente activa es de 61.1 millones de mexicanos. En el marco del Día Mundial del Trabajo, vale la pena recoger en esta columna algunos datos interesantes sobre las labores remuneradas en las que se están empleando los trabajadores en México, las últimas reformas a la Ley Federal del Trabajo y la dificultad de los empleadores para sostener las nuevas prerrogativas laborales.
Hasta marzo de 2025 nuestro país reporta 23.5 millones de empleados ganando un salario mínimo. En marzo del año pasado el reporte de la ENOE daba cuenta de 26.5, es decir, 3 millones de mexicanos dejaron el punto más bajo en la base de ingreso laboral. El mismo reporte dice que los trabajadores y trabajadoras que ganan de 1 hasta 2 salarios mínimos aumentaron de 16.6 millones a 17.6 millones. La gran mayoría de los trabajadores en nuestro país tienen ingresos inferiores a los $8,500 pesos mensuales.
El aumento al salario mínimo ha significado un aumento en el ingreso de las familias, pero los esfuerzos han resultado insuficientes para mejorar la calidad de vida de empleados. El gasto de las familias de los trabajadores con menores ingresos en México se va en: alimentos, transporte, bebidas, vivienda (gastos de renta o hipoteca) y servicios del hogar, según datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gasto de los Hogares.
El 64 % de los hogares vive del ingreso de los trabajadores, generalmente madre y padre; el 19.3 % declara tener ingresos por transferencias, principalmente provenientes de familiares en el extranjero. En nuestro país se trabaja para vivir al día, para pagar deudas y salir al paso de las necesidades propias de la vida diaria. En las prioridades de la inmensa mayoría de los trabajadores no están el ahorro, un fondo familiar para emergencia o la planeación financiera.
Las últimas reformas a la Ley Federal del Trabajo han abierto un debate sobre el repentino interés de las fuerzas políticas en México por alcanzar mejores condiciones laborales. De 2018 a la fecha se han otorgado mayores derechos y prestaciones a la base trabajadora.
El recuento incluye un aumento nunca visto en el salario mínimo, proporcional a casi el 110 % de 2018 a 2024. Incremento también en el periodo vacacional, licencia de paternidad y cuidados, reducción de la jornada laboral a 40 horas y la llamada Ley Silla, que obliga a los empleadores a tener instalaciones que permitan descansos adecuados a la función desempeñada.
También aplica desde 2024 una nueva tabla de enfermedades por el trabajo, según el artículo 513, en donde se agregan nuevas enfermedades asociadas al desempeño laboral como: trastorno de ansiedad, estrés laboral, síndrome del túnel carpiano, enfermedades por aspirar contaminantes en el centro de trabajo, insomnio, covid, entre otros.
Sin mucho éxito, los empresarios mexicanos han tratado de alzar la voz ante lo que consideran una carga excesiva de prestaciones dadas las nuevas condiciones laborales según las reformas. Organizaciones camarales como la Confederación Patronal Mexicana (Coparmex) y otras que agremian a los empleadores en México han mostrado su inconformidad por la entrada en vigor de todos estos cambios sin mediar plazos que les permitan adecuar un plan para afrontar los gastos que las nuevas disposiciones traen en consecuencia.
El complejo escenario se definirá en los próximos años. Dos visiones distintas apuntan al futuro laboral en México: 1.- Las empresas reducirán la mano de obra y optarán por recortar empleos. 2.- Los cambios ajustarán la dinámica laboral que, ante los aumentos en prestaciones reforzarán la confianza de los trabajadores, que serán más productivos y cuidarán sus fuentes de empleo. ¿Quién tendrá la razón? Luego le seguimos.