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De nuevo, falaces intervenciones

Hace unas semanas, la presidenta de Honduras, Xiomara Castro, ordenó la ruptura del tratado de extradición con Estados Unidos, en respuesta a las insolentes declaraciones de...

Jorge Guillermo Cano
Jorge Guillermo Cano | Jorge Guillermo Cano

Hace unas semanas, la presidenta de Honduras, Xiomara Castro, ordenó la ruptura del tratado de extradición con Estados Unidos, en respuesta a las insolentes declaraciones de la embajadora Laura Dogu, acostumbrada, como todos los representantes de la potencia, a sobajar a los países del “tercer mundo”.

Criticó, descalificó, Dogu, al gobierno hondureño por haberse reunido con un ministro de Venezuela, país satanizado por la oligarquía estadounidense.

La presidenta Xiomara Castro denunció “el intolerable intervencionismo de Washington” y su clara intención de “dirigir la política de Honduras a través de su embajada y otros representantes”, lo mismo que ha intentado hacer el embajador Salazar en México.

Abundó la mandataria hondureña y acusó, con toda razón, “la complicidad de los medios internacionales sometidos al capital transnacional”.

Cuentan con cómplices

De acuerdo con sus prácticas conocidas, una “organización anticorrupción” de Honduras le pidió la renuncia a la presidenta hondureña, por supuestas denuncias de corrupción, sin prueba alguna, lo mismo que han tratado de hacer en México y otros países cuando éstos defienden su soberanía.

Y no tan de paso, como lo han venido haciendo, el cuestionado periódico estadounidense, The Wall Street Journal, The Washington Post y el diario británico Financial Times, aprovecharon, a propósito de la Reforma Constitucional al Poder Judicial, para atacar a México equiparándolo con Venezuela y también (supina ignorancia) con Rusia.

Los alegatos, simplistas y groseros, de los medios “primermundistas” son compartidos por varios órganos periodísticos más, en Estados Unidos, Canadá y Europa, además de los alineados con el leonino capital en nuestro país, en Honduras y prácticamente en toda Latinoamérica que, teme el gobierno yanqui, se le salga del huacal.

La respuesta mexicana

Así las cosas, y ante a un evidente ataque a nuestra soberanía, el canciller mexicano, Juan Ramón de la Fuente, y el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, enviaron una clara y contundente misiva al Washington Post en respuesta a un editorial calumnioso de ese periódico (también, al igual que los otros señalados, seriamente cuestionado).

Estados Unidos no tiene legitimidad para “criticar la reforma judicial mexicana” y menos para “justificar las interferencias con el interés hemisférico que revisten los asuntos internos de México”.

Lo que hacen esos medios, de allá y de acá, es tratar de evitar que con la reforma se ponga orden en un aparato corrupto para que sigan los arreglos a trasmano de la oligarquía y la delincuencia en los juzgados. Eso es y lo demás son vulgares pretextos.

En contra, por supuesto

Como se esperaba, la intención del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit) de constituir una empresa constructora propia ha motivado una casi histérica oposición de patrones, charros sindicales y bancos, que ven en riesgo sus lucrativas ganancias.

Lo cierto es que, privilegiando sus ganancias, las constructoras privadas dejan mucho que desear en calidad y eficiencia; las fallas y defectos son múltiples, como lo pueden constatar quienes habitan las llamadas “pichoneras”.

Que sería una “regresión” si el Infonavit hace sus casas (que serían mejores y más baratas), dicen los banqueros, que la construcción debe ser “una actividad rentable” (para ellos lo es, no para los usuarios) y que no debe haber intervención del interés público en ese asunto.

Vamos a ver en qué termina.

En el tintero

-De nuevo el New York Times, tenido por profesional (por quienes no saben de periodismo) en el pleno amarillismo.

-Sigue el gobierno de Estados Unidos negando información sobre la captura, secuestro, o lo que haya sido, de “El Mayo” Zambada.

-Todo atentado contra la libertad de expresión debe ser condenado, sin excepción; además, debe ser  investigado hasta sus últimas consecuencias. Por allá en los setentas del pasado siglo, este escribiente fue columnista de El Debate de Culiacán y se suma sin reservas a la exigencia.

-El capitalismo desbocado, la enfermiza acumulación de la ganancia y el calentamiento global, la crisis climatológica,  van de la mano, les guste o no a los epígonos del desastre que no se quiere ver. ([email protected]).

Fuente: Internet

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