El Atlético San Luis se ha convertido en la gran sorpresa de la liguilla en el futbol mexicano, avanzando por segunda vez en su historia a la ronda de semifinales contra todos los pronósticos. No hay que descartarlo para una posible final, luego de verlos domar a un Tigres que pasaron a ser simples gatitos domésticos en 180 minutos donde fueron incapaces de anotar un gol.
Su avance acaparó los reflectores en los choques de vuelta el fin de semana, porque nadie le daba posibilidades de eliminar a la Universidad de Nuevo León aun y cuando tenían ventaja de 3-0 y de que se meterían a la casa de los felinos, cuya cancha dejó de ser una fortaleza para convertirse en un campo santo.
San Luis ha dejado de ser un equipo chico, para estar entre los grandes, con todo y que su nómina y plantilla parece no competir con los otros tres sobrevivientes. Al menos en esta temporada así lo han demostrado sobre el terreno de juego, por lo que a nadie deberá extrañarle si terminan alzando la Copa.
Ahora van contra el Monterrey, cuyo equipo parece haber recuperado la confianza después de un cierre de campaña en el que estuvo a punto de ir a “play in”. Los Rayados brincaron al siguiente escalón con un triunfo en un partido cargado de goles, emociones, dramatismo y fallas arbitrales ante los Pumas, que fueron ineficaces para revertir ese 0-1 con el que regresaron de tierras regiomontanas.
El América también dio ese paso tan importante que los mantiene de pie para buscar un histórico tricampeonato, repitiéndole la dosis al Toluca favorito de todos los medios, principalmente a los analistas de ESPN que un día antes de manera unánime apostaban a que los Diablos Rojos le darían la vuelta a ese 0-2 del primer choque, y que terminarían aplicándole la misma dosis de aquel 4-0 en el colofón del rol regular.
Sí, si hubo un 4-0, pero fue global y a favor del América, sin ninguna pizca de dudas y borrando aquellos comentarios previos en los que, muchos aseguraban, que el arbitraje se inclinaría a su favor, y que habría al menos un expulsado sin argumentos para facilitar el camino hacia la victoria.
Y el Cruz Azul, por su parte, sacó la garra y el coraje, consiguiendo los tres goles que necesitaba para no quedarse en el camino y hacer valer que se mantenía la maldición del superlíder. La Máquina no se achicó con ese 3-0 que les aplicaron en Tijuana y avanzaron a las semifinales, aunque con algunas dudas defensivas.
Aquí habrá que subrayar unas cosas, sin demeritar el trabajo del Cruz Azul. La pésima dirección del entrenador Juan Carlos Osorio para el partido de vuelta y su renuncia al ataque en aquel segundo tiempo en Tijuana que, jugando con un hombre más, no fue capaz de asestarle otro gol a los azules que hubiese sido mortal por necesidad.
En el juego de vuelta los Xolos hicieron un concierto de fallas en sus tiros a gol, y en el pecado llevaron la penitencia.