Por: Juan B. Ordorica (@juanordorica)
Los grandes genios de la mercadotecnia tienen la habilidad de vender cualquier cosa. Pueden envolver basura en celofán y asegurar al consumidor tener en sus manos una pieza de producto orgánico con propiedades nutritivas. El consumidor incauto comprará el producto milagro; no solo eso, estará dispuesto a pelear con todo aquel que critique su compra o la compare con basura. El dueño de la basura confiará en el celofán como fuente de calidad inagotable.
La consulta ciudadana para revocar el mando del presidente fue eso: Basura envuelta en celofán. Desde el inicio se vendió, por y desde el Poder, que los ciudadanos teníamos en nuestros manos una maravillosa herramienta democrática para terminar de una vez por todas con los abusos de los gobernantes. Nada más alejado de la realidad. La Consulta para la revocación es una herramienta diseñada por el gobierno. Una herramienta que busca perpetuar en el mando a quien sea que ostente la presidencia sin importar el partido político de origen.
Este gobierno utiliza las consultas sólo para reforzar su narrativa. El resultado nunca les ha importado. Cancelaron el aeropuerto de Texcoco y la cervecería en Mexicali con una participación irrisoria del padrón (menos del 10%), pero no se ha podido instalar la planta de fertilizante en Topolobampo a pesar que una consulta avaló el resultado. También, con una baja participación, pero ganando el Sí de manera contundente, decidieron ignorar el resultado de la consulta para juzgar a expresidentes. López Obrador no llevó a nadie a juicio argumentando que no se alcanzó los números suficientes para hacerla vinculatoria; por otro lado, canceló inversiones con una más baja participación en esas consultas.
Fue MORENA y sus aliados quienes presentaron la iniciativa de ley para incorporar la consulta en la Constitución. Ellos diseñaron y aprobaron las leyes complementarias para operar la consulta… No les fue suficiente. Terminaron violando las leyes que ellos mismos diseñaron porque se dieron cuenta que los ciudadanos no tenían tanto interés en la farsa.
Fue el gobierno quien utilizó recursos del erario para organizar la recolección de firmas. Fue MORENA, el partido en el Poder quien movió su estructura para conseguir las rúbricas. Fueron los servidores de la nación y los promotores de programas sociales quienes utilizaron los padrones para identificar a las firmantes. El poder se valió de todos los recursos, legales e ilegales (falsificaron firmas) para alcanzar el objetivo.
Gobiernos locales y federal organizaron mítines de apoyo al presidente. Cientos de políticos encabezaron los acarreos a los “cierres de campaña” para que el presidente siguiera en el cargo. En la jornada electoral operaron sin decoro los gobiernos para acarrear las listas de programas sociales entregadas por la federación. La consulta de revocación de mandato fue un festival del Poder y del sistema de principio a fin. Las y los ciudadanos fueron mera escenografía en la charada de la consulta.
Simplemente, sin la participación del Poder, la consulta jamás hubiera existido. Y así será en el futuro. Los gobiernos próximos son los guardianes de la revocación; no el pueblo. Si un próximo presidente no ve condiciones favorables para someterse a la revocación; no lo hará, tiene demasiadas herramientas para impedirlo. Si en verdad, MORENA hubiera querido dar el Poder al pueblo, la reelección al cuarto año del presidente era la opción adecuada. Así, los ciudadanos, no tendrían que pasar por el galimatías de la revocación, pero no lo hicieron: El poder ama la simulación.
La democracia se inventó para dar voz y participación al pueblo en los asuntos públicos. El voto únicamente es una de las múltiples herramientas para alcanzar ese fin; sin embargo, la verdadera democracia parte de la necesidad de acotar al Poder; por eso, el no votar se convierte en un arma poderosa, cuando se usa al voto como propaganda del autoritarismo. En Venezuela y Cuba van a las urnas, hay votaciones, pero no hay democracia. La consulta de revocación de mandato tiene el tufo a basura. Nada que el Poder promueva como democracia lo es. La democracia es el gran domador de los gobiernos, cuando los gobiernos se quieren volver domadores es dar el poder a las fieras.
La participación en las urnas fue muy baja. El presidente no alcanzó los 30 millones de votos que lo llevaron al poder. Si el gobierno no hubiera metido sus manos, la votación pudo ser minúscula. La mayoría de las personas demostró abrumadoramente que no le interesó desperdiciar su domingo para ser cómplice de la payasada. El pueblo es inteligente. Sabe reconocer cuando las cosas tienen una especial importancia. El gobierno se volcó en la revocación; el pueblo se volcó a su descanso.
¿O usted que opina amable lector? ¿Los ciudadanos ya tienen el poder o es el gobierno quien nos quiere vender basura en celofán?