Escribo estas líneas sin la certeza de conocer a la triunfadora de la próxima elección, sin embargo, aun sin tener en claro el resultado, puedo estar seguro que la ganadora será mujer (si ganó Máynez, pues me tocará quedar como payaso, pero es sumamente improbable). Tendremos a la primera presidenta mujer en la historia de México, y cualquiera de las dos tendrá un reto monumental en los próximos seis años.
Señora presidenta de los estados unidos mexicanos:
Le escribo esta carta para felicitarla por su reciente triunfo electoral. Como presidenta electa de México, usted se enfrenta ahora a la enorme responsabilidad de guiar a nuestro país hacia un futuro más próspero y justo.
Como usted bien sabe, en los últimos años hemos sido testigos de un preocupante incremento en las divisiones y los conflictos entre grupos con diferentes posturas ideológicas. Esta situación se ha manifestado en un ambiente de confrontación y desconfianza, que obstruye la posibilidad de diálogo y acuerdos.
Es precisamente en este contexto que le hago un llamado a adoptar un enfoque de gobernanza incluyente y respetuoso de la pluralidad. Lejos de continuar la persecución o el hostigamiento a quienes piensan distinto al gobierno, su administración debe tender puentes y propiciar espacios de encuentro entre diversas corrientes de opinión. ¡Basta ya de utilizar el poder para comportarse como líder de secta y no como estadista! El poder no debe ser utilizado para santificar o condenar a ciudadanos de nuestro país para satisfacer los odios acumulados de los resentidos.
Permítame ser claro: no se trata de renunciar a sus convicciones o de hacer concesiones que debiliten sus prioridades de gobierno. Pero sí es imperativo que usted y su equipo adopten un tono conciliador, que evite la confrontación innecesaria y que promueva la participación y el compromiso de todos los sectores.
Señora presidenta, entiendo que la tarea no será sencilla. Romper con inercias polarizadoras y superar la lógica del “yo gano, tú pierdes” requerirá de su liderazgo, paciencia y convicción. Pero le aseguro que si lo logra, usted podrá escribir una página histórica en la reconciliación de los mexicanos.
Como usted sabe México enfrenta serios desafíos estructurales en ámbitos como la desigualdad, la pobreza y el empleo. Y si bien los programas sociales han cumplido un papel importante en aliviar algunas de esas carencias, también es cierto que en ocasiones se han convertido en parches que perpetúan la dependencia y la pasividad en lugar de fomentar la autonomía y el desarrollo.
Por eso le sugiero que en lugar de ampliar indiscriminadamente la cobertura de esos programas, su gobierno se enfoque en crear las condiciones para que los mexicanos puedan acceder a mejores oportunidades laborales y generar sus propios ingresos.
Esto implica, por ejemplo, promover la formalización del empleo, mejorar las remuneraciones y las prestaciones, fortalecer la capacitación y las oportunidades de crecimiento profesional, así como incentivar la generación de nuevos puestos de trabajo en sectores estratégicos. No malinterprete mi posición, no abogo por eliminar los programas sociales, pues entiendo que estos siguen siendo necesarios para atender situaciones de extrema vulnerabilidad. Pero sí considero que deben ser concebidos como una red de contención temporal, no como una solución permanente.
Pero más allá de eso, considero que el verdadero reto es promover una mayor inclusión de los mexicanos en la economía formal. Según datos recientes, cerca de la mitad de nuestra población laboral se desempeña en la informalidad, lo cual no solo les priva de acceso a derechos y prestaciones, sino que también representa una sangría para la recaudación tributaria.
Por lo tanto, le sugiero que su administración diseñe e implemente un ambicioso programa de formalización laboral que ofrezca incentivos y facilidades a los empresarios y trabajadores para que se integren al marco regulatorio y tributario. Solo así podremos ampliar la base de contribuyentes y generar más recursos para el desarrollo nacional.
Señora presidenta, entiendo que estos cambios conllevan desafíos políticos y resistencias de diversos sectores. Pero estoy convencido de que si usted logra conducir esta transformación con visión de largo plazo y a través de la construcción de amplios consensos, podrá sentar las bases para un crecimiento económico más sólido y sostenible.
México la necesita. Y los mexicanos confiamos en que su gobierno sabrá tomar las decisiones difíciles, pero necesarias para encauzar al país por la senda del progreso y el bienestar compartido.
¿Usted qué piensa, amable lector?, ¿Qué pediría a su nueva presidenta?