Entramos a la penúltima semana de actividad regular en las Grandes Ligas y aplicaremos aquella muy trillada frase de que esto no se acaba hasta que se acaba. La lista de 12 invitados a postemporada no está completa y créanme ustedes que difícilmente se resolverá en su totalidad en los siguientes cinco encuentros, por lo cerrado que está esa lucha por algunos títulos de división y los pases de comodín.
Atlanta y Dodgers iniciaron la jornada del lunes como únicos seguros a esa fiesta por la Nacional, mientras que Baltimore y Tampa Bay, que hacen el 1-2 en un mismo casillero, ya estaban respirando tranquilos en la Americana, esperando, como Bravos y Los Angeles, conocer a sus posibles contendientes en esa lucha intensa que podría llevarlos a la Serie Mundial.
Pero no solamente la batalla por los boletos a la postemporada está acaparando toda la atención en estos momentos. Los últimos partidos también son de vida o muerte para quienes se sumergieron en esa interesante lucha por títulos individuales, que distintos a otros circuitos, allá si tienen un valor agregado porque se convierten en bonos espléndidos y cotizados.
En el bateo por ejemplo, la diferencia entre el líder Luis Arraez y sus cazadores se ha reducido demasiado. Todavía cuando pasó el Juego de Estrellas parecía imposible que el venezolano de los Marlins pudiera verse amenazado con ese primer lugar con el que se casó prácticamente al arrancar la campaña.
Arraez llegó a mantenerse muy por encima de los .400 de porcentaje durante varias semanas incluyendo ambas Ligas, pero de pronto entró en un slump que lo puso a tiro de escopeta de bateadores como Corey Seager, Freddy Freeman y Ronald Acuña, que son sus peores pesadillas en estos momentos en términos de pretender desbancarlo.
Las 19 milésimas que le sacaba de diferencia a Seager al arrancar la jornada de lunes pensarán algunos que es corta, pero no es así. A estas alturas del torneo, hasta conectando un hit no suma el porcentaje por el volumen tan alto que tienen de apariciones al bat. Me atrevo a decir que, bajo esa circunstancia, tal vez Arraez ya tendría en su bolsillo ese campeonato que le significaría una gran cantidad de dólares como premio.
En el departamento de cuadrangulares, aun cuando la ventaja del líder Matt Olson (Bravos) es de 7 (tiene 52) sobre Pete Alonso (Mets), no puede dormir tranquilo y pensar que ya puede proclamarse el campeón, porque el cañonero de Nueva York es de rachas y en una de esas podría alcanzarlo en esta recta final.
A Olson es poco probable que le puedan sacar de la bolsa el título de producciones. Sus 129 remolcadas contra las 112 de Pete Alonso, pesan suficiente por el número de juegos que restan y, donde obviamente, el jugador de los Mets tendrá todavía más tiempo de estirarla.
Y en el pitcheo, el departamento que más les quita el sueño a los lanzadores es el de efectividad, aunque este no les garantiza por ejemplo un premio “Cy Young”. El año pasado Julio Urías fue líder en ese casillero, pero no fue suficiente para quienes emiten su voto.
Hoy, el zurdo Blake Snell, de los Padres, está muy cerca, si no es que ya asegurado, de alcanzar ese campeonato con su 2.43 contra el 2.73 de Justin Steele (Cachorros). Solo dos malas salidas podrían estropearlo todo.