Hasta hace relativamente poco tiempo el trabajo de un padre dentro de la familia era únicamente el de proveer. Se dedicaba a mantener a su esposa e hijos y entonces era la madre la que estaba a cargo de la crianza de los hijos. Eran padres físicamente presentes y emocionalmente ausentes.
Conforme la mujer ha ido aumentando su presencia en el mercado laboral la dinámica y configuración de las familias ha cambiado. Tanto el padre como la madre empezaron a dividir la responsabilidad de la educación de sus hijos y esto ha provocado cambios de mucho beneficio en los hijos e hijas. Muchos estudios al respecto han demostrado que cuando se tiene un padre física y emocionalmente presente e involucrado los hijos crecen con autoestima más alta, son emocionalmente más seguros, tienen mayor probabilidad de terminar una carrera profesional, son capaces de establecer relaciones sociales y afectivas más sanas, tienen menos probabilidad de caer en consumo de drogas y desarrollan más empatía.
Por el contrario, cuando el padre es ausente, las heridas emocionales que causas esta ausencia pueden marcar para toda la vida.
En un estudio de National Fatherhood Initiative se descubrió que la ausencia del padre puede provocar problemas económicos, sociales e incluso de salud física y mental. De acuerdo con esta misma organización, en Estados Unidos se gastan cada año 100 mil millones de dólares en programas sociales para disminuir las consecuencias físicas, psicológicas y emocionales de la ausencia paterna.
Podemos hablar de dos tipos de ausencias, física y emocional. Hablamos de una ausencia física cuando por ejemplo los padres están separados y el hombre tiene poco o ningún contacto con sus hijos y hablamos de una ausencia emocional cuando, aunque los padres estén juntos, el hombre no participa en la crianza de sus hijos.
Identificar a un padre físicamente ausente es muy fácil, sin embargo, la ausencia emocional puede ser más difícil de identificar. Estas son las características de un padre ausente:
Falta de empatía. Son padres que tienen poca o ninguna conexión afectiva con los hijos e incluso con otras personas. Establecer relaciones “por encimita” sin llegar a involucrarse demasiado. Por lo general esta característica es decisión del padre. Son ausentes porque deciden serlo. Se alejan de la responsabilidad de ser padre y establecen vínculos emocionales muy débiles con sus hijos.
Inmadurez emocional. Se da en padres que no maduraron emocionalmente y esto causa dificultad para relacionarse. Son padres temerosos de las obligaciones. Esta inmadurez emocional puede ser provocado por un trauma en la niñez que les ha impedido “crecer” y viven como si fueran adolescentes y sin saber cómo expresar sus emociones.
Irresponsabilidad. La gran mayoría de los padres ausentes solo deciden huir de la responsabilidad. Viven como si los hijos no existieran dejándole todas las obligaciones a la madre.
Trabaja demasiado. Estos son los padres que se obsesionan por trabajar. Pasan la mayor parte del día en el trabajo e incluso durante las vacaciones o fines de semana se les dificulta desconectarse. Por lo general están muy atentos a las necesidades materiales o a la superación profesional arriesgando el vínculo emocional con su familia.
Como ya veíamos anteriormente, el tener un padre ausente emocionalmente puede provocar heridas para toda la vida. Algunas de estas consecuencias son:
Desapego emocional. Tienen dificultad para construir vínculos afectivos sólidos y duraderos. Muchos hijos e hijas de padres ausentes repiten este patrón con sus propios hijos.
Inseguridad. Debido al dolor ocasionado por la falta de padre suelen ser personas más inseguras. Son personas que le temen al abandono y esto puede provocar que establezcan dependencias emocionales hacia otras personas.
Baja autoestima. El rechazo paterno puede provocar la construcción de un auto concepto que lo lleve a desarrollar baja autoestima.
Trastornos psicológicos. Muchas veces por el dolor provocado por la ausencia del padre se pueden desarrollar padecimientos clínicos como depresión, ansiedad e incluso trastornos alimenticios como anorexia o bulimia.
Relaciones “toxicas”. Debido a una baja autoestima y a la carencia afectiva paterna, a las personas que no tuvieron un padre presente se les puede dificultar establecer relaciones amorosas de forma sana. Son personas temerosas de las perdidas y esto los puede llevar a mantener relaciones o vínculos negativos llegando a soportar violencia o abusos.
Adicciones. Los hijos de padres ausentes son más propensos desarrollar alguna adicción. Tratan de compensar esta carencia refugiándose en las drogas, el sexo, las compras o el juego.
Como hemos visto la ausencia de la figura paterna puede dejar huellas muy profundas, sin embargo, si tienes o tuviste un padre ausente es posible superarlo y salir adelante. Un primer paso es identificar y aceptar las emociones que te provoca esta relación. Date cuenta que no eres responsable de las decisiones de los demás, pero si de hacerte cargo de tu vida y reparar cualquier daño o herida que hayas sufrido.
Te agradezco cualquier comentario acerca de esta columna y si crees necesitar acompañamiento psicológico profesional con respecto a este tema o conoces a alguien que lo necesite, escríbeme un Whatsapp al número +526671313403 en México y visítame en Facebook en: https://www.facebook.com/sensumpsicologiaycrecimiento/
Te dejo un abrazo.
Juan José Díaz / Psicólogo y psicoterapeuta