López Obrador logró lo que miles de científicos han soñado a lo largo de la historia: detener el tiempo. Nuestro presidente es tan poderoso que logró resolver todas las paradojas del espacio – tiempo. Todas y cada una de sus promesas de gobierno tienen el curioso límite de tiempo de seis meses. El presidente es infalible, así que el tiempo debe de estar detenido. No existe otra explicación posible.
En abril de 2019, Andrés Manuel López Obrador consiguió por primera vez detener el tiempo. En una de sus conferencias mañaneras situada en el puerto de Veracruz lanzó la promesa de resolver el problema de la violencia en México en solo seis meses. El tiempo sigue detenido. La violencia no se resolvió, al contrario, incrementaron de manera considerable el número de fallecidos en todo el país. Los hechos son incontrovertibles, sin embargo, para algunos aplica el siguiente silogismo:
Premisa mayor: El presidente prometió resolver el problema de la violencia en seis meses.
Premisa Menor: El presidente nunca miente y siempre cumple con sus promesas.
Conclusión: Todavía no debemos haber alcanzado los seis meses, de lo contrario ya estaría resuelto el problema de la violencia: el presidente puede detener el tiempo a voluntad.
Las artes místicas de López Obrador no se detuvieron ahí. En el caso del AIFA consiguió doblar las leyes de la física una vez más. En marzo de este año, el Aeropuerto Felipe Ángeles fue inaugurado. En sus discursos, el presidente aseguró que en seis meses la terminal aérea estaría operando en su máxima capacidad, las vialidades concluidas y el tren suburbano terminado por completo. Seis meses después, el AIFA no termina de tener listo ni el hotel cercano, las vialidades presentan retrasos considerables, las y los pasajeros singuen sin llegar de manera importante al “aeropuerto más importante de América Latina”. El presidente no miente; por lo tanto, una vez más, el tiempo debe de estar detenido.
En enero de 2021, el mago del reloj nos entregó su acto estelar: congelar el tiempo de todo el sistema de salud en México. No sólo detuvo el tiempo, también pudo retener su nombre intacto contra todo pronóstico. A inicios del 21, el presidente entregó su nombre en prenda: “Me dejó de llamar Andrés Manuel si a finales de 2021 no se resolvió el tema de los medicamentos y no tenemos un sistema de salud como el danés”. Llegó (de manera formal) diciembre de 2021. No hubo medicinas, menos todavía un sistema de salud y para colmo de males, el INSABI murió neonato. Hoy tenemos una nueva promesa en el IMSS Bienestar para mediados del 2023. El presidente se sigue llamando Andrés Manuel y no tenemos un sistema danés, supongo que el calendario no ha llegado a diciembre de 2021.
En estos días se cumplió uno más de los plazos de seis meses favoritos del gobierno mexicano. La refinería de Dos Bocas debió iniciar con los procesos de producción de combustibles para alcanzar la tan prometida soberanía en gasolinas. Ni una gota de gasolina salió. Bien, el presidente aseguró en la inauguración de la planta que en diciembre de este año la refinación comenzaría. Pues no. No hubo refinación. Una vez más, el tiempo debió quedar suspendido por decreto.
Nos prometieron domar la pandemia en 15 días. Nos insistieron que la curva se aplanaría en unos cuantos meses. Jamás sucedió. Los plazos del gobierno mexicano parecen que nunca se cumplen. El presidente no miente; por lo tanto, es el calendario quien se inventa una realidad alterna.
La cuarta transformación organizó su marcha hace más de una semana. Ellos también lograron jugar con el tiempo. Retrocedieron el reloj mexicano casi 40 años. Volvimos a los tiempos donde el Poder organizaba actos para complacer al presidente. El régimen que se vanagloria a sí mismo fue sacado del túnel del tiempo. No cabe duda que la ciencia, política y religión se funden en uno cuando se trata de adorar al líder tabasqueño.
Tenemos muy pocos resultados, pero el baúl lleno de plazos cumplidos. Para el presidente, siempre estamos a seis meses de obtener los resultados esperados. Seis meses es un número mágico. Es lo suficientemente cercano para que la gente tenga paciencia, pero suficientemente largo para que la gente olvide el plazo perentorio. México es primer mundo… en cuanto lleguen esos míticos seis meses. Hay que tener paciencia, los seis meses están a unos cuantos años de entregar sus promesas del Bienestar.
Usted ¿Qué opina, amable lector? ¿Las promesas se cumplieron? ¿El tiempo se detuvo? ¿O cree que nos vieron la cara?